A principios de la década de 1980 el
guionista de comics inglés Alan Moore (V
de Vendetta, Watchmen, From Hell, La
liga de caballeros extraordinarios) trabajaba como freelance para la revista de historietas 2000 AD, en la que fueron publicados originalmente personajes como el
Juez Dredd, Robo-hunter y Rogue Trooper. El trabajo de Moore en esta revista
motivó que fuera contratado por la DC Comics para relanzar (junto al dibujante
Stephen R. Bissette) el personaje Swamp Thing (La Cosa del Pantano), lo que
redundó en la saga American Gothic y
otros relatos gráficos (como “La consagración de la primavera” y “La lección de
anatomía”) que están entre las mejores historietas publicadas por DC y, además,
pertenecen a lo mejor de la producción del que tantas veces ha sido descrito como el
más grande guionista de comics de todos los tiempos.
Entre las historietas escritas por Moore
para 2000 AD quizá la más importante fue
la saga La balada de Halo Jones, que
en no mucho tiempo adquirió el estatus de obra de culto. Publicada entre 1984 y
1986 e ilustrada por Ian Gibson, fue reeditada en varias ocasiones como un
volumen único, cuya versión en español propuso el año pasado la editorial
española Kraken.
La trama está ambientada en el siglo L,
mayoritariamente en el año 4949, y comienza siguiendo las desventuras de una
chica de 18 años llamada Halo Jones, residente del “Aro” (“Hoop” en el
original), una vasta construcción destinada a alojar a la población
desempleada, mantenida así fuera de la vista del resto de los ciudadanos. La economía del Aro es compleja, y en muchas
ocasiones sus habitantes deben organizar verdaderas partidas de cacería para
obtener alimentos. En una de esas incursiones Halo descubre que la dueña del
apartamento (por llamarlo de alguna manera) en que vive ha sido asesinada. Sin
lugar donde vivir, Halo y su amiga Rodice Andelia Olsun se dedican a vagar por
el Aro en busca de un cambio en su suerte. Así es introducido el tema principal
de la novela gráfica (hay que aclarar que la historia, con sus tres grandes
capítulos o “libros”, queda de alguna manera inconclusa), la búsqueda
permanente de “algo” que anima a la protagonista a querer moverse siempre más
allá. Pronto Halo consigue trabajo en un crucero interestelar y logra dejar
atrás el Aro y embarcarse en un viaje que la acercará a los delfines
inteligentes (dueños del planeta Tierra), a los reyes rata (asociaciones de
ratas individuales para generar una inteligencia colectiva) y, eventualmente,
enrolarse en el ejército y combatir en el planeta Pwuc, cuya gravedad muchas
veces superior a la de la Tierra genera efectos relativistas de enlentecimiento
del tiempo.
Uno de los puntos altos de La balada de Halo Jones es la increíble
profusión de detalles. El primer libro, de hecho, instala al lector en un mundo
exótico sin dar pistas ni explicaciones. Algunos personajes, incluso, hablan
una jerga que se resiente un poco en la traducción pero que no queda del todo
en desventaja si se la compara, por ejemplo, con el nadsat de La naranja mecánica.
El mundo construido por Moore, en todo caso, va cobrando sentido poco a poco
para el lector, que siempre puede encontrar elementos fascinantes que mantienen
el interés, entre ellos los árboles del planeta Vescue, que remedan en su
corteza las formas de rostros humanos (a la vez que “canalizando el viento a
través de sus ramas superiores huecas, y con sus rudimentarias cuerdas vocales
vegetales, chillaban como niños”) como truco psicológico para evitar ser
talados, la variada fauna extraterrestre representada página tras página y la
historia del polizón que comenzó su vida como hombre (o mujer) y que tras
varios cambios de sexo llegó, por desgaste digamos, a una forma andrógina tan
libre de atributos que nadie es capaz de recordar o incluso percibir.
La
balada de Halo Jones ha sido llamado el “primer
comic feminista de todos los tiempos”. Moore ha señalado que, al escribir la
historia con un mínimo de personajes masculinos y centrándola en Halo y sus
amigas, intentaba apartarse de las tres G’s que describían a la mayor parte de
las historias publicadas en 2000 AD: Guns, Guys and Gore (armas, muchachos y
gore). La novela evidentemente funciona como una versión “femenina” del tipo de
ciencia ficción que en la década de 1970 y 1980 era asociada a revistas como Heavy Metal, y además es bastante
notoria la influencia de clásicos del space-opera
(subgénero de la ciencia ficción caracterizado por vastos escenarios
galácticos en el futuro lejano y la recurrencia de temas bélicos) como las
humorísticas Bill, el héroe galáctico
(1965), de Harry Harrison, y La guía del
autoestopista galáctico (1979), de Douglas Adams, pero también a novelas
más serias como La guerra interminable (1975),
de Joe Haldeman; Moore, además, incorpora referencias a C.S.Lewis (se habla del
mundo de “Perelandra”, que aparece en el segundo tomo de la llamada Trilogía de Ransom), a la obra del
británico Michael Moorcock (en particular al libro Breakfast in ruins), a Thoreau y a Wittgenstein.
Pasados casi treinta años, La balada de Halo Jones sigue deslumbrando.
Su narrativa vertiginosa, el fascinante y detallado futuro imaginado por Moore
y dibujado por Gibson, su sentido del humor, su atención a los detalles
visuales y narrativos y la personalidad de sus personajes la confirman como un
clásico ineludible de la historieta de ciencia ficción. Y no pasa un año en que
no suenen por ahí rumores de una nueva entrega de la saga; por ahora sólo se
han visto nuevas imágenes a cargo de Ian Gibson, que representan a una Halo de
edad avanzada. Quizá sólo sea cuestión de esperar un poco más; en cualquier
caso, mientras tanto, esta cuidada edición en español (aunque la traducción
deje un poco que desear) es la mejor manera de redescubrir un clásico… o leerlo
por primera vez, por supuesto.
Publicada en La Diaria el 26 de junio de 2012
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