lunes, 15 de octubre de 2012

Zitarrosa, Santullo & Aguirre

Zitarrosa (con guión de Rodolfo Santullo y arte de Max Aguirre) no es una biografía, aunque a primera vista pueda parecerlo. No intenta elaborar una vida de Alfredo Zitarrosa, una novela de aprendizaje, digamos, que nos muestre como llegó a ser uno de los cantantes más importantes del Río de la Plata, ni tampoco una historia de ascenso, caída y vuelta a levantarse, como tantos capítulos de Behind the music. A la vez, es extremadamente efectiva a la hora de ofrecernos una imagen de Zitarrosa. Al cerrar el libro de alguna manera uno cree haber rozado al cantante en tanto misterio, en tanto historia, en tanto ser humano; las anécdotas incorporadas por Santullo, entonces, logran sugerirnos (como si comunicaran sus líneas fundamentales con tanto acierto que más detalles parecen innecesarios a ciertos efectos) la complejidad de la persona Alfredo Zitarrosa, a la vez que muestran su calidad como artista.
El libro aclara que las fuentes para los capítulos son entrevistas; en ese sentido cabe comparar Zitarrosa con Acto de guerra, novela gráfica (en realidad cuatro relatos vinculados temática y conceptualmente) también escrita por Santullo (e ilustrada por Matías Bergara) y planteada como elaboración sobre ciertas historias sobre la dictadura narradas por sus propios actores. Pero donde Acto de guerra parecía quedarse corta -en tanto no lograba del todo transmitir la complejidad de los hechos invocados y por momentos parecía simplificar demasiado las situaciones-, asi fuese de páginas, Zitarrosa logra presentarse como una obra mucho más satisfactoria. Lo que está por fuera -gran parte de la vida de su protagonista- no es necesario, no se echa en falta: los ocho relatos presentados parecen todos ellos recrear a Zitarrosa, una y otra vez, como si reclamaran para sí una suerte de independencia; a la vez, el libro como un todo aporta contundencia, como si repasara ciertas líneas ya trazadas para armar una escritura todavía más visible, y ordena el material de los epsodios en una línea cronológica que sugiere la biografía sin llegar a instalarse plenamente en ese territorio.
Hay algo que sugiere un método en este trabajo de Santullo: un sistema, digamos, que parece tan aceitado que sorprende que no haya sido aplicado más extensivamente a otras figuras. Las entrevistas como apoyo a episodios independientes vinculados por una figura protagonista y ordenados cronológicamente parecen una opción tan clara y luminosa a la hora de crear un libro como Zitarrosa (¿testimonio gráfico? ¿colección de relatos biográficos?) que sorprende no encontrar más libros armados de esa manera. En cualquier caso, Santullo logra trasmitir la sensación de que es fácil.
Otro punto interesante de Zitarrosa es su incorporación de las letras de las canciones: Esto es particularmente logrado en la secuencia de las páginas 62-71, donde el arte de Max Aguirre alcanza aquí su mayor dramatismo, y sorprende y maravilla que con su estilo low-res pueda generar imagenes tan emocionantes. No es el único acierto de Aguirre en este libro, vale la pena aclarar. Los retratos -Onetti, en particular- son excelentes, y aportan a la construcción del personaje (pienso también en algunas actitudes físicas del personaje de Zitarrosa) tanto como las palabras.
El capítulo del reportaje a Onetti está entre los mejores, sin lugar a dudas. La tormenta de ideas e imágenes que el escritor arroja a la cara a Zitarrosa, y la repelente manera en que lo destrata y le toma el pelo (que va de la mano con la representación de Aguirre de la cara y el cuerpo de Onetti), quedan perfectamente delineadas en la adaptación de esa entrevista a la historieta.
A la vez, todos los episodios encierran momentos muy efectivos; la frase "También cantaba para nosotros, los borrachos", en la última historia,  por ejemplo tomada o no de la entrevista citada por Santullo, es maravillosa. También vale la pena destacar el capítulo "Los muchachos peronistas", que logra dar la impresión de una realidad compleja y de alguna manera inabarcable, hecha de opuestos extrañamente (o incomprensiblemente, al menos para quien lo viva "desde afuera") irreconciliables. A la vez, podría pensarse que este capítulo no dice "tanto" de Zitarrosa como los otros (o que lo que dice queda opacado por la construcción del peronismo como realidad compleja), y que su inclusión al libro es por tanto un poco descuidada (en esa línea, parece ser una suerte de falla recurrente en algunos libros de Santullo, que incorporan capítulos que podrían haber sido descartados -no por "malos" o "pobres" sino por manejar otras coordenadas que el resto de los libros que los incluyen) en una revisión; pero ahí es también donde juega la suerte de "independencia" de los episodios entre sí, aunque en este episodio en particular la cualidad autosuficiente/parte-integrante-de-un-todo no está presentada de la misma manera que en los otros.



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