miércoles, 14 de mayo de 2014

Otoño, varios autores



Historietas de media estación



Hace un año y unos meses AUCH (Asociación Uruguaya de Creadores de Historieta) publicó Verano, primer compilado de historietas creadas por sus miembros. De calidad desigual –había al menos un par de historietas buenísimas, otro tanto poco llamativas y una o dos francamente terribles–, ese libro resultó de especial interés a la hora de constatar la emergencia y crecimiento de ciertos historietistas –en particular Martín “Magnus” Pérez y Pablo “Roy” Leguisamo– y mapear una buena porción de la escena historietística local. Ahora, la publicación de Otoño, también premiado por un Fondo Concursable en la categoría Relato Gráfico, nos permite preguntarnos qué ha cambiado y qué se ha mantenido.
 
Para empezar, hay algunas firmas nuevas. O, al menos, ausentes del compilado anterior. Llama la atención, por ejemplo, la incorporación de Nacho Alcuri como guionista, junto al deslumbrante trabajo de Santiago Vecino en el arte gráfico. Y otro nombre “nuevo” (en esta serie de compilados, claro está, porque los seguidores de su trabajo saben que desde hace no poco tiempo que publica en Uruguay) es el de Abel Alves, quien aporta la mejor de las historietas presentadas en este libro.
De los que repiten se puede decir que su trabajo se mantiene entre lo mejor que está produciéndose en nuestro país. Así, Magnus –junto al veterano William Gezzio– aporta “Guerra secreta”, un relato divertido sólidamente narrado tanto desde el guión de Magnus como desde los dibujos de Gezzio. En Verano, además, el trabajo de Magnus llamaba la atención por su opción de género (la más visible entre todos los relatos, al inscribirse sin tapujos en la ciencia ficción), pero en Verano, en cambio, no sucede tal cosa, ya que otros de los creadores incluidos optaron por trabajar ese mismo género. Es el caso de la ya mencionada dupla Alcuri/Vecino, que propone en “Mecha” una narrativa cerrada sobre sí misma y hecha casi exclusivamente de imágenes encadenadas vertiginosamente. A este trabajo, por supuesto, le juega a favor la brevedad y el talento de su dibujante.
 
Siguiendo con los creadores que se repiten en ambas muestras encontramos a Pablo “Roy” Leguisamo y a María Concepción “Maco” Algorta, quienes proponen una hermosa historieta resuelta con gran habilidad, anclada visualmente –con gran eficiencia narrativa, cabe aclarar– en una perspectiva casi al nivel del suelo y centrada desde el punto de vista del relato en un objeto perdido que pasa de mano en mano y de historia en historia. La primera mitad de esta breve pero brillante historieta parece tratar irónicamente el serendipity (a veces se traduce como “serendipia”, y una aproximación a su significado podría ser el de una suerte de coincidencia extremadamente improbable que logra tener un efecto importantísimo en la vida de las personas a las que afecta) del título, para luego restaurar el sentido más tradicional del término en la segunda mitad, que conduce al lector a una resolución satisfactoria, casi un final feliz. 
 
También repiten Nicolás Rodríguez Juele (como dibujante de un guión de Alceo Thrasyvoulou) y Gabriel Ciccariello, ambos sólidamente. El talento de Rodríguez Juele como dibujante está más que probado, y “El otoño es un linyera borracho”, la historia a la que aporta aquí sus lápices, es una excelente muestra de su buen hacer. En el caso de Ciccariello tampoco hay sorpresas; su aporte (“Una cabeza de muerto en un frasco”) toca el tema del otoño quizá sólo tangencialmente pero, de todas formas, es una historieta sólida, no de las más interesantes del libro pero tampoco la peor.
En cuanto a las nuevas incorporaciones, destaca el aporte del ya mencionado Abel Alves, quien propone en “Mañana empieza el otoño” una historieta cuya sola inclusión ya justificaría la compra del libro. A su extrema economía de medios se suma una narración textual sugerente, cercana al tono del célebre cuento “El extraño”, de H.P.Lovecraft, relato que está en la matriz, por decirlo de alguna manera, de lo narrado por Alves. Si bien la solución del escenario propuesto podría quizá estar mejor delineada –y eso no quiere decir que no esté clara en la historieta tal como fue publicada–, en cualquier caso lo mejor del aporte de Alves es el clima de ominosidad construido con apenas algunas líneas y un uso magistral del espacio en blanco en las viñetas.
 
El punto más flojo del Otoño es precisamente la primera de las historietas que compila, “Delirio”, con guión y dibujos de Leonardo Silva. Si bien hay momentos interesantes, en general se trata de un relato manido y por tanto lleno de lugares comunes. El guión de Alceo para “El otoño es un linyera borracho”, a la vez, si bien está lejos en cuanto a calidad del decepcionante comienzo del libro, termina un poco diluido entre chistes más o menos graciosos, alguno de ellos tontamente explicado, y da en general una impresión de ansiedad, como si el guionista se hubiese esforzado demasiado en incorporar elementos que sintió ingeniosos pero que, en realidad, no terminan cuajando en un buen aporte. En cualquier caso, el limpio dibujo de Rodríguez Juele salva la historieta; del mismo modo, quienes sigan los trabajos de Alceo podrán disfrutar aquí de los elementos recurrentes de su producción, entre ellos cierta manera de trabajar el humor y una gran abundancia de referencias a la cultura geek.
 
En cierto sentido, dado que de las siete historietas incluidas en el volumen apenas una resulta, digamos, a todas luces fallida o poco satisfactoria, Otoño da la sensación de haber superado cómodamente el nivel de Verano y de convertirse, incluso, en un libro mucho más valioso y disfrutable en su totalidad. En el prólogo que aporta al libro, el argentino Andrés Accorsi señala que el otoño siempre le pareció “amargo”, “mediocre” y “mezquino”; curiosa, acaso irónicamente, el libro que lo tomó como tema es mucho más vibrante, arriesgado y generoso que su predecesor, centrado en el mejor publicitado verano. De hecho, está claro que las mejores historietas de Otoño son mejores que las más descollantes de su predecesor, a la vez que sus momentos menos interesantes (“El otoño es un linyera borracho”, “Una cabeza de muerto en un frasco”, especialmente “Delirio” y, si abstraemos el arte de Santiago Vecino, “Mechas”) son muy superiores a las peores historietas de Verano. Es cierto que Verano tenía más páginas y, por tanto, su muestra de historietas e historietistas era más rica, pero, a la vez, sus momentos más flojos eran malísimos y amenazaban al disfrute del libro, cosa que no sucede –más allá del comienzo dudoso– con este nuevo libro propuesto por AUCH. 
 
En cualquier caso, lo que muestra esta compilación es una escena historietística vital, que sigue enriqueciéndose y que ya cuenta con creadores de gran valor. Lo mejor de la nueva historieta uruguaya, entonces, debe incluir en su nómina de autores a gente como Abel Alves, Magnus y Roy, muy bien representados en las páginas de Otoño.


Publicada (en una versión ligeramente más corta) el 14 de mayo de 2014 en La Diaria