miércoles, 24 de septiembre de 2014

Crononautas, Magnus, Taibox, Lemos



Aventuras en la historia




El grupo GAS Comics no para de crecer. Tras la edición del libro Grimorio del plata el año pasado y de la quinta entrega de su “miscelánea de historias cortas” (también conocida como GAS3K.5) ahora nos proponen su primera incursión de lleno en la historieta para niños. O, mejor dicho, en el tipo de historietas para niños que cualquier lector de comics podrá disfrutar. 
 
Y, en ese sentido y como era de esperar, Crononautas (guión de Martín “MaGnUs” Pérez y arte de Federico “Taibox” Taibo y Carlos Lemos) está llena de referencias al universo geek o nerd o a varias regiones de la “cultura popular”, es decir Star Wars (ver las páginas 47-48 para un divertido juego con El regreso del jedi), juegos de rol (“me saqué 20 en la tirada de escapismo”, leemos en la página 43) y Doctor Who (“es más grande por dentro”, p.46; “esos que viajaban en la cabina telefónica y no eran Doctores…”, p.51), por nombrar solo algunos. 
 
También hay en esta historia de viajes en el tiempo y arqueología (una suerte de cruce entre algo de Stargate, algo de Indiana Jones y el ya mencionado Doctor Who como ficción paradigmática de viajes en el tiempo) muchas referencias a la historia “real”, que parecen sugerir una intención didáctica o que pretende contagiar a los jóvenes lectores el entusiasmo por las civilizaciones del pasado y, de paso, la historia nacional. Así, además de los episodios que transcurren en el auge de la civilización maya, en la Banda Oriental de la víspera de la Batalla de Sarandí o en el Reino Nuevo del antiguo Egipto (todo debidamente marcado por fechas y anotaciones geográficas), el libro incluye un apéndice parahistorietístico que aporta información acerca de esos momentos de la historia.
 
En relación al trabajo anterior del grupo, Crononautas muestra un notorio avance en la calidad de edición y en el arte. El aporte de Lemos (capítulos 1, 3 y epílogo) es sin duda lo mejor del libro, pero en esta oportunidad Taibo, cuyo desempeño en el pasado pudo pensarse como un posible talón de Aquiles de las publicaciones de GAS, logra encontrar una expresión adecuada para su estilo y sus habilidades, acaso porque su enfoque cartoonesco en esta oportunidad cuadra perfectamente con los objetivos del libro, acaso por lo que puede pensarse como un verdadero progreso en su desempeño como dibujante. Entonces, si bien todavía pueden encontrarse algunas viñetas resueltas con torpeza (la última de la página 47, por ejemplo), también aparecen evidentes aciertos, como las páginas 22-23 o la última viñeta de la página 41.
Taibo también ofició de colorista en este libro, desempeño que merece una consideración aparte, en tanto la calidad de su trabajo –en la primera publicación a todo color del grupo GAS– es notoria. A una paleta escogida con buen tino y sensibilidad (hay interesantes diferencias en el color de los diferentes episodios, como sugiriendo una cierta “sensación de época”) se le suman aciertos puntuales, entre ellos la pirámide maya de las ya mencionadas páginas 22 y 23 y buena parte de las viñetas nocturnas del tercer capítulo (en particular la primera de la página 37, que suma al acierto composicional de Lemos un excelente trabajo de Taibo en el color).
 
Esta vez el punto más débil del trabajo del grupo GAS está en el guión. Pérez quizá todavía debe afinar su puntería –ya probada en cuanto a relatos cortos– con el aliento más prolongado de una novela gráfica o una narración de cierta extensión. Si bien el guión de Crononautas está bien resuelto en líneas generales, en tanto no permite que decaiga el interés y mantiene un buen nivel de diversión al que se suma el acierto de no pocos diálogos, también es verdad que el final está notoriamente precipitado, hasta el punto que entre las páginas 46 y 48 se malogra parte de la resolución de la trama, en relación a un personaje concreto cuya aparición –no se trata acá de contar el final del libro, de todas formas– da la sensación de un fallo en la narrativa, de “apuro” o de cierta impericia a la hora de manejar trama y personajes. Es en ese sentido que el guión de Crononautas brinda a su autor –quien indudablemente viene mostrando un crecimiento muy acusado en los últimos dos o tres años, aunque ahora podría pensarse que esa evolución quedó más o menos confinada a los límites de una narración gráfica breve– la ocasión de aprender más y ofrecer mejores trabajos en el futuro. Porque si algo es seguro en relación a Pérez y el resto de los integrantes de GAS, siempre inmiscuidos en una gran variedad de proyectos (hay al final del libro, después de los bocetos y comentarios del proceso de creación de la historieta, una lista de enlaces de Internet que dan la pauta de la gran cantidad de publicaciones del grupo), es justamente que van a seguir trabajando, que no van a parar de buscar oportunidades para crecer.

Publicada en La Diaria el 24 de septiembre de 2014

jueves, 28 de agosto de 2014

Los pasajeros perdidos, Zgabros; Regulación 0.75 - La dádiva, Roy & Lauri Fernández



Explorando mundos


La más nueva historieta uruguaya no abunda especialmente en trabajos de ciencia ficción y fantasía. Habría que nombrar, en todo caso, a Dengue, de Rodolfo Santullo y Matías Bergara, que apuesta por una ciencia ficción más bien estilizada, ambientada en un futuro muy cercano y derivada en un relato más bien de corte policial, y a Grimorio del plata, con guión de Martín “MaGnUs” Pérez y arte de varios dibujantes, que retoma elementos de la fantasía oscura y el terror sobrenatural y los presenta en un contexto narrativo localista. 
 
Sin embargo, en la última entrega de historietas (las presentadas en torno a la convención Montevideo Comics) aparecieron dos libros que llamaron la atención por su calidad y su manera de acercarse a los géneros arriba mencionados. Así, Regulación 0.75 – La dádiva, de Pablo “Roy” Leguisamo (guión) y Lauri Fernández (arte) remite a la ciencia ficción distópica mientras que Los pasajeros perdidos, de Zgabros (Gabriel Ciccariello) se instala cómodamente en el ámbito de la fantasía con un toque de ciencia ficción, o, acaso, en ese lugar intermedio entre esos géneros que tanto y tan bien trabajara en su momento Roger Zelazny (Tú el inmortal, Una rosa para el Eclesiastés, El señor de la luz, Criaturas de luz y tinieblas).

Pasajeros en trance
Ciccariello no es para nada un recién llegado a la escena historietística. Fue uno de los fundadores de la editorial Grupo Belerofonte, hace más de diez años, en la que se desempeñó como diseñador además de aportar un excelente relato de fantasmas para el libro Monstruo. También publicó en revistas como Freedonia, Freeway, la vieja Quimera y, más recientemente, en las antologías Verano y Otoño, de la Asociación Uruguaya de Creadores de Historieta (AUCH). De hecho, su aporte a Verano, “La cantera” es sin duda uno de los mejores relatos gráficos publicados en Uruguay en los últimos cinco años.
 
En Los pasajeros encontramos un mundo fantástico creado con gran economía de medios a la vez que haciendo gala de una notoria amplitud de referencias. Propone una aventura de un grupo de investigadores especializados en “casas embrujadas, mundos paralelos y portales al infierno”, quienes, al inspeccionar una mansión ubicada en una isla (en una laguna habitada por monstruos marinos y rodeada por bosques donde viven gigantes), acceden a un mundo en peligro de extinción. El dibujo de Ciccariello aquí parece aproximarse a un mínimo de trazos y a un máximo de expresividad; a la vez, la dinámica de la narración y la solución de buena parte de sus viñetas (ejemplos: las páginas 26, 31, 41, 56 y 66) es sencillamente brillante, por no señalar que todas las viñetas en que vemos la laguna y el bosque por la noche (páginas 9-15 y 65-69) son increíblemente sugerentes.

Un mundo feliz
Pablo “Roy” Leguisamo, por su parte, viene consolidándose como uno de los guionistas más interesantes de la nueva historieta uruguaya, y definitivamente uno de los más prolíficos. El de Regulación probablemente no sea su mejor guión hasta la fecha, pero el libro llama la atención a primera vista por el excelente trabajo de la dibujante Lauri Fernández, con quien Roy ya había compartido autoría en la excelente novela gráfica Vientre
 
La narración, en cualquier caso, es en general prolija, con algunos aciertos a tener en cuenta, por ejemplo la división en cuatro líneas del relato entre las páginas 33 y 43. La anécdota ofrecida apunta hacia una distopía en un futuro relativamente cercano y, si bien no aporta tratamiento o ideas sorprendentes para la tradición narrativa en la que se inscribe o para lo complejo del tema, definitivamente redunda en un mundo bien explorado. Hay ecos del cuento “The pre-persons”, de Philip Dick, en el que se lleva a un extremo la lógica de los partidarios al aborto (y ya en su momento el gesto de Dick, que todavía hoy va a contramano de cierto pensamiento progresista, ofendió a escritoras de ciencia ficción vinculadas a varios feminismos, entre ellas Joanna Russ y Ursula K. LeGuin) y se propone un mundo en el que el aborto es legal hasta los tres años. En el caso de la ficción de Roy esta idea va claramente vinculada al tema del control de natalidad en un mundo superpoblado y con escasez de recursos. En el mundo planteado por Roy el derecho a procrear puede ser comprado y vendido, con un máximo de dos hijos por pareja, escenario cuya transgresión activa la trama. Roy, entonces, escribe una distopía de corte humanista, bradburiana digamos, con un final un poco más amargo de lo que cabría esperar en esas coordenadas pero en modo alguno forzado.
 
Regulación fue publicada originalmente por entregas en el blog colectivo Marche un cuadrito; su aparición en forma de libro viene de la mano del colectivo editorial Mojito, integrado por las editoriales uruguayas Dragoncomics (en la que Roy es editor y fundador), Estuario y Grupo Belerofonte, además de la argentina Loco Rabia. También a Mojito se debe la edición de Los pasajeros perdidos, aunque en su caso la publicación fue derivada del Primer Premio Nacional de historieta, del que participan además la fundación Lolita Rubial y el Museo del Humor y la Historieta Julio E. Suarez “Peloduro”, de la ciudad de Minas.

Experimentos profesionales
Es interesante leer las actas del jurado y el prólogo del libro, en el que se explicitan las virtudes encontradas en la propuesta de Ciccariello. El jurado, integrado por Roy, Rodolfo Santullo, Marcos Vergara, Alejandro Farías y Beatriz Leibner, destacó lo “profesional” de la obra y su “idea bien llevada”, además de referirse al dibujo como “experimental, poético y original”. Lo que interesa acá, entonces, es la manera en que esos elementos son presentados como virtudes y como esa presentación habla de la línea estética preferida en el contexto de edición de historietas uruguayas actual (en el que Mojito, claramente, reúne a las dos propuestas editoriales más viables). 
 
Reconocer que la “idea bien llevada” sea una virtud parece trivial, pero no lo es en modo alguno el énfasis (se repite el término en las actas y en el prólogo) en lo de “profesional”. Desde las editoriales más importantes de la escena historietística uruguaya contemporánea, entonces, se privilegia lo “profesional” en una obra, eso mismo que desde otras áreas, entre ellas el lado levreriano de la narrativa más reciente, va asociado a cierta idea del escritor inauténtico. Quizá esas ideas –levrerianas en el sentido de que Mario Levrero las hizo explícitas en varios momentos de su obra y que fueron claramente heredadas o repetidas por buena parte (no la totalidad, aclaremos) de sus seguidores inmediatos– sí aparecían con más claridad en la generación inmediatamente anterior a la de Santullo, Ciccariello y Roy (por nombrar a los implicados en este libro, jurados y creador), más dada al gesto under y contracultural. El cambio desde ese modo de pensar y formatear la escena historietística local (así como la relación del creador con su medio y con los lugares de poder de ese medio) hasta el visible en estas últimas publicaciones y editoriales es interesante en sí mismo y un eje posible de una historia del comic uruguayo de los últimos veinte años.
 
Es llamativo también el término “experimental”, con el que este reseñista se permite disentir. Los pasajeros perdidos es más el tipo de obra que reúne modos de expresión diversos y provenientes de varias tradiciones y los canaliza en una propuesta limpiamente definida, tratándolos como elementos ya consagrados por el uso, como elementos de un lenguaje, que una obra “experimental”. Este último término parecería implicar, entonces, un componente mayor de riesgo, de fallo potencial, de negación deliberada y violenta, si se quiere, de ciertas tradiciones consagradas o canónicas. 
 
Quizá un rótulo preferible sería “diferente”. Los pasajeros perdidos, entonces (el más valioso de los libros reseñados acá y seguramente entre los mejores del año), puede cómodamente ser presentado como una obra “diferente” en el contexto de la historieta uruguaya, y en esa diferencia –que habla bien de las editoriales que la proponen, incluso cuando los programas estéticos de sus fundadores y editores vaya por otros caminos– hay muy bienvenida pauta de variedad, de riqueza. 

Publicada en La Diaria el 28 de agosto de 2014

miércoles, 16 de julio de 2014

GAS3K.5, varios autores; Aullando a la luna, Peruzzo & González



Sagas, humor y Heavy Metal
 




Dragon Comics y Grupo Belerofonte son las iniciativas editoriales mejor establecidas de la escena historietística local, pero no agotan la propuesta de comics uruguayos de valía. Apenas por debajo –en cuanto a alcance y solvencia editorial– hay que nombrar a Ninfa Comics, con el guionista y dibujante Nicolás Peruzzo al frente, y al grupo GAS Comics, cuya cabeza más visible es el emprendedor guionista Martín “MaGnUs” Pérez, corazón de un equipo que incluye creadores de Argentina, España, Portugal, Estados Unidos y Suecia.
 
La última publicación de GAS es el compilado de relatos GAS3K.5, pero ya ha sido anunciado el libro infantil-juvenil Crononautas, a cargo de MaGnUs en guión y Federico “Taibox” Taibo Bassano en arte (de hecho en la web del grupo este trabajo puede descargarse gratuitamente). Se trata del segundo volumen publicado por el grupo, precedido por Grimorio del plata, editado el año pasado. En estos dos libros está especialmente clara la evolución del grupo desde una plataforma fanzinera o de edición amateur hasta el establecimiento de una editorial propiamente dicha, afortunadamente paralela con el crecimiento artístico de buena parte de los miembros del grupo, MaGnUs en particular. Así, GAS3K.5, todavía una revista amateur a nivel estético y formal, puede leerse como una suerte de “eslabón perdido” entre el espíritu más fanzinero y la zona más profesional del grupo, visible en sus dos libros. Y es un particular acierto de esta quinta edición de GAS3K la oferta de dos portadas diferentes, dibujadas por figuras de la talla de José Luis García López (dibujante, por ejemplo, de la novela gráfica Superman: Kal) y Duncan Rouleau (co-creador de Ben 10).
 
En cuanto a los relatos incluidos, es apreciable en términos generales una mejora con respecto a las cuatro entregas anteriores. Lo mejor de la revista es, casi con seguridad, “La tortuga y la liebre”, de Rodolfo Santullo (como guionista invitado) y Nahuel “Nahus” Silva (arte). Se trata de una historia narrada con solvencia y dibujada con la expresividad que caracteriza al trabajo de Nahus; sin estar entre lo más descollante del autor de su guión, se trata de un trabajo redondo, sugestivo y disfrutable.
El resto de la publicación, con la excepción de piezas breves (de una página) y en general humorísticas, consiste en nuevas entregas de series ya establecidas. El grupo GAS, está claro, tiene un afecto especial por las sagas y los universos ficcionales detallados. En el caso de la serie Imperiex Terra, que se nutre de la larga tradición cienciaficcionera del space opera (y, notoriamente, de la saga Dune, de Frank Herbert), en esta entrega de GAS3K se nos ofrece un relato titulado “Cazadores Casados”, enmarcado a su vez en el capítulo “Guerra Hegemónica III”. Lamentablemente, en esta saga no se ha producido hasta la fecha la cristalización, por decirlo de alguna manera, de la narrativa, y sí una proliferación de detalles y datos históricos de su mundo ficticio. O, dicho de otra manera, se insiste con el trabajo sobre el escenario pero se falla, recurrentemente, en ofrecer un relato de interés incorporado a ese escenario. 
 
Eso no sucede con otras de las sagas representadas en la revista. Así, Mi vida sin un jetpack ofrece coordenadas claras y un tono de humor que puede divertir o aburrir (en la experiencia de lectura de este reseñista eso funciona alternativamente) pero que siempre se mantiene fiel a su propuesta de autobiografía geek armada por la acumulación (y es en esto último que el proyecto cobra vida y se vuelve interesante en su conjunto) de anécdotas gráficas, armadas entre el chiste y la construcción de una vivencia o un recuerdo. Del mismo modo, Tiranos Temblad y Grimorio del plata han logrado alcanzar un nivel narrativo más sólido; en el caso de la última serie (que, como ya dijimos, ya ha sido representada por un libro), los relatos ofrecidos en GAS3K.5, “El entrenamiento del Sr.Gough parte 1” y “Milonga clandestina (Outlow country)” son sólidos en guión y arte; de hecho, en factura y buena resolución no están lejos de la ya mencionada “La tortuga y la liebre”. “El entrenamiento del Sr.Goguh”, incluso, tiene la virtud –no siempre visible en entregas anteriores de GAS3K– de convertirse en una excelente introducción a un capítulo nuevo de la serie a la que pertenece y, por tanto, dejar en vilo al lector con su desenlace (otra muestra del crecimiento de MaGnUs como guionista). En cuanto a Tiranos temblad, el capítulo ofrecido, con arte del veterano Gezzio y guión de Endriago, funcionaría mejor en un libro dedicado exclusivamente a esa saga, pero tampoco se convierte en un escollo al disfrute de la revista.

Aguante el metal
La más reciente propuesta de Ninfa Comics es Aullando a la luna, nueva entrega de la serie Relatos de Ciudad Fructuoxia; en este caso el guión es de Nicolás Peruzzo y el arte de Líber González, una notoria mejora en relación al libro anterior, Deje de afligirse, cuyo talón de Aquiles era, precisamente, la parte gráfica. En cuanto al guión, parecería por momentos dejar clara la existencia de dos zonas en la producción de Peruzzo, una más de corte autobiográfico, reflexiva y sensible (de la que el libro La mudanza sería una gran muestra), suerte de versión historietística de la literatura del yo, y otra más cercana a las raíces fanzineras y a una cierta narrativa pop, además orientada hacia un intento de narrar en contextos menos solipsistas (si se quiere usar el término) y más abiertos a incorporar lo histórico y lo social (en esta línea de lectura, la excelente novela gráfica Ranitas podría verse como una zona intermedia o “lo mejor de los dos mundos”), con buenas dosis de humor.
Aullando a la luna sigue la historia de una banda de metal que toca en la ucrónica “Ciudad Fructuoxia”, escenario ficticio recurrente en la obra de Peruzzo. Una exposición más satisfactoria de este relato haría necesario hablar de la serie completa (que va, ahora, por su quinta entrega) y su grupo de superhéroes uruguayos que funcionan tanto a nivel ironía con respecto a la identidad nacional más “oficial” como, acaso paradójicamente, a nivel de aceptación de alguna más o menos consagrada de esa identidad y la cultura que trae aparejada. Este relato en particular, en todo caso, destaca por su aparato de referencias al Heavy Metal y su historia, desde el Ozzy Osborne de Bark at the moon hasta la banda groove metal Pantera y el metal industrial. 
 
Peruzzo aporta un “Glosario de metal” hacia el final del libro, en un gesto que llama la atención e invita a reflexionar. Por un lado deja clara la preocupación del historietista y editor por establecer una comunicación satisfactoria con cualquier lector posible, pero, a la vez, también puede sentirse como innecesario y explicativo por demás. En cualquier caso, el tono en que están escritas las entradas de ese glosario y la información que se ofrece pueden ser interesantes en sí mismas. Por ejemplo, la observación de comportamientos de ciertos grupos de fans que muestra la última entrada, referida al metal industrial (subgénero del que Peruzzo señala que “encontró cierta resistencia en los bastiones más ortodoxos del Heavy Metal”), puede leerse en cercanía con algunas observaciones presentes en Ranitas en cuanto a una suerte de cartografía de las diversas culturas del rock y el pop. 

Publicada en La Diaria el 16 de julio de 2014

viernes, 11 de julio de 2014

El club de los ilustres - Conspiración en las sombras, Santullo & Hansz, y Zombess - El orbe del conocimiento, Abel Alves



Humor, Lovecraft y Batlle y Ordóñez

 

Este año la zafra de historietas (por llamar de alguna manera a ese primer momento del año en que, en torno a la convención Montevideo Comics, son lanzadas nuevas historietas al mercado) dejó dos libros que hacen del humor una parte fundamental de su propuesta. Se trata de El club de los ilustres – Conspiración en las sombras, de Rodolfo Santullo (guión) y Guillermo Hansz (arte), y de Zombess – El orbe del conocimiento, de Abel Alves (guión y arte), y ambos proponen nuevos relatos en series ya establecidas. 
 
En ese sentido, el libro de Santullo y Hansz ha de entenderse como una secuela directa de El club de los ilustres, publicado en 2012. Las mismas coordenadas de ese libro fundador de la saga aparecen en la segunda entrega, aunque para esta ocasión el guión deja un poco de lado los elementos más steampunk (corriente narrativa y estética originada en la ciencia ficción y basada en una extrapolación de la tecnología del vapor en la era Victoriana) e introduce un nuevo enemigo, cuya irrupción en el 1914 de ese Uruguay delicadamente alternativo (en el que Varela no murió en 1879 ni Delmira Agustini en el año en que transcurre este relato, y ambos –junto a Horacio Quiroga– integran un equipo de agentes secretos o, si se quiere, superhéroes) motiva el regreso a Montevideo de Quiroga y la reagrupación del equipo. 
 
En ambos libros es fácil la simbiosis entre el guionista y el dibujante; a un guión bien aceitado, con una narración fluida y un amplísimo panorama de guiños a la narrativa y la historieta de aventuras y superhéroes (por ejemplo, en la página 15 encontramos a Batlle y Ordóñez jugando al ajedrez con Lorenzo Latorre, villano del libro primero, como si fuesen Magneto y Charles Xavier, de X-men) se suma el impresionante talento de Hansz para el humor gráfico y los gags visuales. Su estilo, además, limpio y preciso, en la mejor tradición de Francisco Ibáñez (Mortadelo y Filemón), brilla por sí mismo en algunas de las mejores páginas del libro: la 14, la 39, las 42-43, con su reconstrucción de la batalla de Masoller, las 76-77 y la 78.
 
Conspiracion en las sombras es, en definitiva, un excelente añadido a la creciente (y sobria: Santullo evita la tentación de barroquizar su saga en una acumulación de referencias y elementos de historia alternativa, decisión que lo aparta saludablemente del modelo extremo de Alan Moore en La liga de caballeros extraordinarios) mitología de los Ilustres, ahora también con Luis Alberto de Herrera en la nómina de agentes.


La zombi sobre Innsmouth
El gallego Abel Alves es, sin duda, uno de los creadores más interesantes de la nueva escena historietística uruguaya. Como dibujante acierta siempre, en parte porque es evidentemente consciente de sus limitaciones y sus posibilidades –lo que no le ha impedido seguir creciendo–, y como guionista es capaz de trabajar cómoda y atinadamente en registros y tonos tan variados como los que encontramos en la historieta Sangre y sol (que cuenta con arte del entrerriano Nahuel Silva), el relato corto “Mañana empieza el otoño” (en el compilado Otoño, editado por la Asociación Uruguaya de Creadores de Historietas) y, por supuesto, la serie de Zombess. Como en el caso del segundo libro de El club de los ilustres, aquí las coordenadas son las mismas que dominan a la serie: humor, páginas con un remate gracioso en la última viñeta, referencias a la cultura geek, el cine de culto, los juegos de rol, el anime y, en particular, a las obras de H.P.Lovecraft y sus Mitos de Chutlhu. En el universo de Alves, eso sí, Cthulhu es Cthurro y el terrible Necronomicon es un libro “salido” (dirían los españoles) obsesionado con las tetas, pero estos detalles no empañan el hecho de que Alves se demuestra un gran conocedor de la narrativa de Lovecraft, en tanto esta nueva entrega de Zombess funciona perfectamente (humor al margen ahora) dentro de la lógica de todas los relatos lovecraftianos, en los que la amenaza del retorno de los terribles dioses primigenios está a punto de estallar (y cambiar la faz de la Tierra por lo tanto) pero es, eventualmente, disipada o, mejor dicho, postergada
 
Un añadido especialmente interesante a este libro aparece en las páginas 62-64, en las que el arte queda a cargo de Matías Bergara, uno de los dos o tres dibujantes más importantes de la nueva historieta uruguaya. El pretexto narrativo es que los personajes atraviesan un portal que los conduce al “Caos”, una suerte de dimensión paralela a la que ha sido arrojado Cthurro y en la que se enfrenta a la principal antagonista –en este libro al menos– de los personajes de la serie, generando un contraste especialmente vívido entre el arte trabajado en grises y tremendamente expresivo de Bergara y el dibujo estilizado y divertido de Alves. Vale la pena, además, destacar la cuarta viñeta de la página 64, en la que Bergara incorpora una impresionante referencia gráfica a animaciones como Dragon Ball.
Tanto Zombess – El orbe del conocimiento como El club de los ilustres – Conspiración en las sombras hablan, y con elocuencia, de la buena salud de la escena historietística local. Es de esperar entonces que estas series continúen (ambas, cada una a su manera, juegan a dejar en vilo al lector con sus últimas páginas) y que el panorama siga desplegándose en esta pauta de variedad y buen hacer crecientes que viene dándose desde hace ya unos buenos seis años.

Publicado en La Diaria el 11 de julio de 2014