Una lectura más legítima de esta serie implicaría examinarla en su
totalidad y en sus diferentes encarnaciones en su orden evolutivo, desde
los fanzines hasta los volúmenes recopilatorios. De momento sólo leí (y
tengo en papel) el número 2, que incluye las historias "El primer
oriental desertor", "24/7", "Una rata en la ciudad", "Come on, Barbie,
let's go party" y "Primera impresión", además de una serie de relatos
que trabajan pormenores de la vida de los cinco protagonistas y un
apéndice con "perfiles" de otros personajes.
La primera historia mencionada es interesante ante todo por su ironía;
la construcción del patriotismo creciente, exacerbado y hasta ridículo
del personaje de Flor eclosiona en la revelación final de "todo fue un
sueño", generando un efecto humorístico para nada mal logrado. El
relato, además, se va sucediendo anotado por la letra de "El primer
oriental desertor", la canción del Cuarteto de Nos, que incorpora una
segunda dimensión de distancia con los acontecimientos narrados. Lo que
es quizá dificil de determinar es hasta qué punto se nos está hablando
de los personajes (en tanto son ellos los que toman distancia con
respecto a los clichés de la identidad uruguaya o de la construcción de
lo uruguayo) o de la actitud de los creadores de la historieta, en este
caso una historia escrita por Roy & Bea y dibujada por esta última
con coloreado en grises de Roy. Es decir: los planos de significado de
la historia nos imponen al menos dos distancias ante el tema del
"patriotismo": la ironía de que "sólo en un sueño esto habría sido
posible" (o de "gracias a Dios que fue sólo un sueño") por un lado y el
diálogo con la canción del Cuarteto por otra, que más que rechazar el
patriotismo en tanto tema irrelevante plantea un anti-patriotismo
deliberado ("ni en dictadura militar yo grité el tiranos temblad",
un recuerdo de cuando esa banda tenía todavía algo para decir);
obviamente ambas dimensiones de sentido son diferentes, pero, más allá
de aportar el título, no hay una mayor riqueza en la historia que derive
de la inclusión de la letra del cuarteto. Excepto, claro, que se nos
remita a algo extranarrativo: las actitudes sobre el tema de los
creadores. Y esto, por supuesto, funciona bien en un contexto fanzinero y
under. En tanto narrativa, el objetivo humorístico está bien logrado,
pero la historia queda un poco en eso. El arte es funcional, con algunas
páginas especialmente bien resueltas (páginas 8 y 9 por ejemplo) y un
intento bastente bien consumado -no diría que plenamente, pero sí bien
encaminado- de aportar una estética diferenciable para una secuencia
onírica o fantástica (como un sueño dentro del sueño, digamos, que
también puede entenderse -apoyándose en el hecho de que es mencionado en
otro de los relatos- como un momento de "realidad" envuelto en la
fantasía del sueño), la que va entre las páginas 21 y 24. Un comentario
más exhaustivo del arte de Bea y su evolución requeriría la comparación
con trabajos posteriores, cosa que lamentablemente no puedo hacer aquí
por no haber leído aún las publicaciones en cuestión.
La historia más ambiciosa del libro es "Una rata en la ciudad", esta vez
con guión de Roy & Bea y dibujos de Roy, con grises de Bea. Aquí
puede apreciarse el esfuerzo de los guionistas por crear personajes con
una dimensión digamos naturalista o costumbrista, tramada en relación al
entorno Montevideano y a la posibilidad de presentarlos en tanto
individualidades "creíbles" -a la vez que superhéroes- en ese contexto.
Los vemos comiendo bizcochos, presentándose a entrevistas de trabajo,
hablando de afectos y refiriendo a sus recuerdos; es posible que en
algunos casos -Flor, por ejemplo- la caracterización opere a un nivel
demasiado sencillo o básico ("yo nunca fui de tener amigos (...) por eso
los Freedom Knights son tan importantes para mí"), pero el efecto no es
tanto de falla en ese sentido sino de refuerzo de la sensación de que
Roy y Bea de alguna manera se esforzaron demasiado (se sintieron
obligados a hacerlo para presentar lo que entenderían como un trabajo
más "serio" quizá -pero esto es apenas una hipótesis especulativa, por
supuesto) a la hora de presentar esos elementos "realistas", de trabajar
la caracterización más allá de lo que, quizá ellos pudieron suponer,
podría haberse convertido en una simple historia de combates y
superpoderes. El caso es que para plantear personajes interesantes se
requiere en general más espacio y un contexto mejor trabajado; quizá
aquí hubiese sido mejor concentrarse en los combates y los superpoderes,
pero de un modo más interesante que indudablemente la dupla creativa
podría haber concebido. Habría que plantearse de hecho hasta qué punto
importan algunos detalles de las historias y por qué; si la respuesta es
que presentar héroes "más humanos" es lo que se intenta, entonces es
inevitable pensar que los caracteres presentados (o la presentación de
esos caracteres) no alcanzan el espesor necesario para que resulten del
todo interesantes al lector; es cierto que se trata de una saga, y que
el peso de la caracterización no debe ser asumido en un relato en
particular, en un episodio, pero, como ya he señalado, estoy
refiriéndome únicamente al libro que tengo ante mis ojos. Una lectura
más atenta de lo publicado -que podrá confirmar, negar o matizar lo
dicho aquí- queda pendiente.
Las historias más breves del libro ("Come on, Barbie, let's go party",
"Primera impresión", "24/7" ) me parecieron un poco anodinas, pero
funcionan como material a intercalar entre los relatos más ambiciosos y
extensos.
La presentación de la historia de los personajes pretende ser dispuesta
con el tono narrativo de un cuento para niños; se apela a las frases
extra-cortas y a la repetición de los nombres de los personajes en tanto
sujetos de las oraciones ("A Alpha le encanta su nueva vida y disfruta
ayudando a otros / Alpha volvió a ser feliz"), así como también a una
simplificación de las problemáticas de los personajes, una reducción a
tonos básicos. Esto podría funcionar en contraste con la manera de
abordar esos asuntos en la narrativa "estandar" de la serie, pero no
estoy del todo seguro de que -al menos en el volumen 2- eso realmente
opere satisfactoriamente. En cualquier caso, la impresión que se obtiene
es la de dos instancias de simplificación: una primaria (en los relatos
principales) que bosqueja a los personajes en patrones reconocibles y
sencillos, y una segunda presente en el volcado de sus historias al
lenguaje simple y la presentación más básica.
El libro está acompañado por una nota informativa en que se plantea el
escenario ucrónico en que suceden los relatos. Se trata de un Uruguay
con un territorio aumentado por la anexión (en 1960) de las Misiones
Orientales, después que Brasil fuera afectado por una severa crisis
económica. En este contexto opera un fuerte revisionismo histórico en
relación al exterminio de los charrúas (ver mi reseña de ¡Deje de afligirse!, de Nicolás Peruzzo y Pablo Gradin),
que redunda en el cambio de nombre del departamento de Rivera a
"Sal-si-puedes" además de la creación del departamento de "Sepé" en
honor al último cacique charrúa. Más allá de que la acción transcurre en
"Ciudad Luz", ubicada en lo que en nuestra línea de tiempo sería los
departamentos de Durazno y Tacuarembó, al menos en este segundo volumen
no hay mayor presencia en los relatos de los hechos ucrónicos, de algo
vinculado a la historia alternativa y al revisionismo histórico que
opera en ese mundo. Habría que leer la serie completa para estimar el
verdadero peso de la ucronía en la ficción de Freedom Knights, y de paso
para repensar mis afirmaciones en relación al trabajo sobre los
personajes y la compulsión "costumbrista" de algunos segmentos de la
trama. Ateniéndome al volumen dos, lo cual no es un abodaje del todo
legítimo, me queda la sensación de que los relatos, en general narrados
con solvencia, no llegan a interesarme del todo, que sus historias no
alcanzan el umbral de mi interés particular en tanto no me aportan
situaciones o ideas atractivas en sí mismas.
En cualquier caso, Freedom Knights es ineludible a la hora de
pensar el espectro de géneros en el comic uruguayo contemporáneo. El
género superheroico -del que la pareja creativa Roy & Bea se desgajó
de un modo brillante con el excelente Orange Shaft- no es el mejor representado hasta ahora; la ciencia ficción alcanza un punto alto con Dengue pero también una nota dudosa con Sicotrónica, mientras que el realismo -visceral en el caso de Las partes malas y Vientre, autobiográfico y lúcido en Ranitas-
o costumbrismo parece encontrarse en alza. Está claro, entonces, que el
género mejor posicionado, hasta ahora, es el histórico: Cardal, Historiatas, La isla elefante y Acto de guerra son claros argumentos a favor de ello.
Publicada originalmente en Partículas Rasantes el 28 de mayo de 2012
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