miércoles, 13 de junio de 2012

metacrítica de "Dengue", de Rodolfo Santullo y Matías Bergara

He estado leyendo algunas de las reseñas de Dengue (guión de Rodolfo Santullo, arte de Matías Bergara) publicadas hasta la fecha, descartando las emitidas únicamente como noticias o las que se limitan a exponer brevemente el argumento. Las que surgen en una búsqueda más o menos exhaustiva y operando desde la criba recién señalada, hasta la fecha, son:
"Dengue", firmada por "El penitente" para el portal Multiverseros.com;
"Dengue, Rodolfo Santullo y Matías Bergara", por Leonardo Cabrera para el blog Club de Catadores;
"Ilustrados y valientes" (que también pasa revista a otras publicaciones recientes), por María José Santacreu para el semanario Brecha;
"Dos novelas gráficas en el tiempo" (que tambíen comenta Cardal, de Bentancor&Ginevra), en El Observador;
"Dengue, de Rodolfo Santullo y Matías Bergara", de mi autoría para La Diaria y mis blogs Partículas Rasantes e Historietas Rasantes.

La reseña en Multiverseros.com parte de constatar el lugar privilegiado que ocupa el comic histórico en el panorama de la historieta uruguaya reciente y refiere a un "resurgimiento" de la producción historietística en nuestro país, tema sin lugar a dudas interesante y que, en mi opinión, no ha recibido (no me refiero puntualmente a esta reseña en particular) hasta ahora un análisis más profundo. Esta "tendencia", continúa el reseñista, ha sido de alguna manera apuntalada por el trabajo de Bergara y Santullo (con Los últimos días del Graf Spee y Acto de guerra), que, en el caso de Dengue, vira hacia otro género más desatendido: el "policial de ciencia ficción". Es interesante que se considere un género a esa categoría; ejemplos, en todo caso, no faltan, desde los clásicos de Asimov (El sol desnudo, Bóvedas de acero) a los cuentos de Arthur Clarke de la "Taberna del Ciervo Blanco", que hacen uso de procedimientos de la novela policial clásica en un contexto de ciencia ficción. Más recientemente cabe nombrar a China Miéville (con su policial cuasi fantástico o slipstream The city & the city) y a Michael Chabon (con su ucronía noir El sindicato de policía yiddish). En cualquier caso, la reseña comienza enmarcando a Dengue dentro de un género claramente apreciable, para pasar después a afirmar -con innegable acierto- que ese género no estaba bien representado en el contexto de la historieta nacional. La lectura del reseñista sigue resaltando que el prólogo de Ian Watson prepara con eficiencia al lector para lo que seguirá:
Epidemias, mutaciones, virus de laboratorio, y los más sucios instintos humanos. En definitiva, rasgos de un futuro distópico que durante años vivieron en el imaginario de la ciencia ficción, pero que cada vez más parecen estar a la vuelta de la esquina.
Me interesa en especial la última afirmación: el reseñista parece sugerir que elementos propios de la ciencia ficción (o de cierta ciencia ficción) ya han pasado a ocupar las casillas de nuestro presente; esto, indudablemente, nos abre la posibilidad de preguntarnos hasta qué punto Dengue transcurre en un futuro apreciable como tal, un futuro con "marcas", digamos. Sobre este tema aclara el reseñista que "Dengue transcurre en un Montevideo que se intuye pertenece a un futuro próximo (y digo “intuye” porque en ningún momento se da una referencia exacta del año en que se desarrolla la historia)". Las marcas de "futuro" entonces quedarían implícitas. ¿Pero implícitas en qué? Dado que no hay muestras de tecnología diferente particularmente visibles (excepto la cubierta del Estadio Centenario, que, en todo caso, es posible en nuestro presente), ese inscribirse de la ficción en el futuro cercano dependerá de otro tipo de marcas: marcas de género quizá, y en el caso de Dengue son abundantes: catástrofes (al estilo de El día de los trífidos, por ejemplo) y mutantes (al estilo del subgénero biopunk, por ejemplo) parecen asegurarnos que la obra pertenece a la ciencia ficción y, por tanto, al futuro cercano.
La reseña prosigue comentando las primeras páginas de la novela gráfica, y de paso aproximándola a otro relato que la precede ("en cierta forma recuerda a los primeros minutos de The Happening, subvalorada película de M. Night Shyamalan"); la última página, añade, incluye un "detonante" para la ficción policial. Este crimen, sin embargo, sería sólo la "punta del iceberg" de una conspiración gubernamental. Es interesante que esto no sea tomado estrictamente como una marca de género por el reseñista, pero es cierto que no las "ficciones sobre conspiraciones" no parecen configurarse en un género en sí mismo (de otro modo habría una categoría que tendría a The illuminatus! trilogy como arquetipo) sino que dependen de un núcleo genérico que funcione como atractor, en el caso de Dengue el relato policial. A partir de estas tres primeras páginas comenzaría el "hilo" del relato, que según el reseñista es "interrumpido" por el capítulo segundo, "a priori un tanto descolgado del resto", aunque se afirma de inmediato que ese episodio "pone de manifiesto, explícitamente, la manera en que la nueva vida casi en aislamiento afectó a los habitantes de la ciudad"; el reseñista, entonces, detecta un pliegue en ese segundo episodio, una diferencia, digamos, pero la justifica en tanto obedece a un propósito narrativo. Volveré sobre esto más adelante.
Tras comentar un poco más de la trama y los personajes, el reseñista hace dos afirmaciones interesantes: 1) que la trama de Dengue es un poco previsible -y que esa previsibilidad "no disminuye el disfrute y la valoración de la obra"; 2) que "Santullo no teme caer en los distintos clichés de los géneros de los que se vale, y al mismo tiempo, los utiliza como una herramienta para canalizar los momentos más humorísticos, que dan respiro a aquellos de mayor densidad dramática". También volveremos a esto último, al comentar la reseña de Leonardo Cabrera y la de María José Santacreu.

El reseñista prosigue considerando el estilo de Bergara (y señala que en general los dibujantes no son quienes reciben la mayor cantidad de líneas en las reseñas o críticas, quizá porque quienes las escribimos -me atrevo a sugerir como respuesta, basándome en mi limitada experiencia- solemos no tener una experticia real en ilustración -y sí, más o menos, en narrativa-, más allá de ser capaces de reconocer alguna que otra pauta evidente), resaltando su evolución (desde Los últimos días del Graf Spee, cabe pensar) pero presentándola no como un hecho "absoluto" sino en relación a la capacidad de Bergara de "reinventarse para adaptarse a las exigencias de la historia", una apreciación interesante en sí misma, en tanto sugiere, en mi opinión de manera muy acertada, que cada historia lleva una suerte de "estilo implítico", y que parte del buen hacer de Bergara como artista consiste en detectar ese estilo y modularlo a sus capacidades y preferencias.
La reseña finaliza resaltando los valores narrativos de Dengue (en tanto "una historia bien contada") y estableciendo que otro elemento de su valor está en la caracterización, modulada no tanto a la complejidad de los personajes sino, más bien, a su credibilidad.

La reseña de Santacreu es más breve, en tanto pertenece a un artículo en el que se comentan varias publicaciones, y parte de establecer a Dengue como la mejor obra de Santullo. Entre las razones ofrecidas para esta caracterización están: 1) Dengue sería "literatura de género en estado puro (policial, ciencia ficción)"; 2) en Dengue Santullo se libera de los requerimientos del género histórico para "dar rienda suelta al puro disfrute de escribir una historia inventada"; 3) "se burla de los clichés de los géneros utilizándolos a mansalva". Debo admitir que no entiendo del todo esta justificación; para empezar, si Dengue fuera "género en estado puro" y por tanto "ciencia ficción en estado puro" (cosa que no existe, por otra parte; si lo es "El sonido de un trueno" no lo es Muero por dentro, por ejemplo; si lo es "La última pregunta" no lo es 334 -ver mi partícula del 7 de junio para una problematización de un concepto similar al de "ciencia ficción en estado puro"), cabría juzgar la resolución del argumento por las pautas de esa "ciencia ficción pura"; si se tratara de las pautas de la CF clásica, entonces Dengue, con su falta de "explicación" de las mutaciones y sus hechos más o menos pasados por alto (como por qué el "Príncipe" de los mutantes tiene aspecto casi enteramente humano mientras que los otros son monstruos horribles), resultaría una obra sumamente chapucera. Si la modulamos hacia otro tipo de CF ya no clásica (la "catastrofista" al estilo Ballard o Aldiss, digamos), entonces en Dengue hay, asimismo, pocos detalles y mínimo desarrollo del hecho "catastrófico" básico (se juega con elementos "solidarios" a la catástrofe, como el cambio climático, por ejemplo, pero siempre a título más bien connotativo). En otras palabras: creo que Santacreu se equivoca al pensar que Dengue es "género en estado puro" (en ese sentido me parece más fértil la lectura del reseñista de Multiverseros: "Santullo no teme caer en los distintos clichés de los géneros de los que se vale"); ella misma parece sugerirlo cuando dice que Santullo "se burla de los clichés de los géneros": eso hablaría, si fuera a todas luces cierto (como lector no encontré ninguna intención paródica en plan burla, pero es mi acercamiento particular al texto, no estoy diciendo que no sea posible leerlo como lo hizo Santacreu), de un gesto más bien de tipo irónico o de distanciamiento frente al género, lo cual se contradice con lo de "género en estado puro". Tampoco me convence que Santullo haya mejorado por abandonar ataduras que lo constreñían; en Valizas, por ejemplo, esas ataduras se prestan a una obra quizá incluso mejor lograda que Dengue, sin que se abandone el "feeling" histórico. Quizá para la lectura de Santacreu, Dengue es un aporte interesante porque, pese a usar "a mansalva" tantos clichés, lo hace desde una postura de "burla"; esto no sólo no es evidentemente cierto sino que, además, implicaría una serie de actitudes asumidas frente a las parodias y los géneros; si Santullo no se hubiera "burlado" del género policial o de la ciencia ficción sino meramente emplear sus clichés, ¿su obra no sería tan "buena"? Eso parece atentar contra la idea de "género en estado puro", una vez más, salvo que para Santacreu los "géneros en estado puro" no valgan tanto la pena como las "burlas" (lo cual es una actitud válida, más allá de que no sea la que yo asumiría).
El resto de la reseña glosa levemente el argumento, aportando una referencia a la película Sector 9, que también trabaja la noción de interacción entre especies. De Bergara se limita a señalar que no sería raro que "pasara a dibujar para DC". Se trata, en mi opinión, de un texto escrito con prisas, que no hace un verdadero aporte a la lectura de la novela gráfica.

La reseña de Leonardo Cabrera comienza en plan un poco didáctico, aportando ciertas pautas del ciclo infeccioso del dengue; es cierto que este conocimiento en principio aporta a la comprensión de la novela gráfica, pero ese aporte resulta relativamente innecesario, en mi opinión. En cualquier caso, la reseña se instala plenamente a continuación: Cabrera comenta la premisa del argumento y señala un defecto: "y quizá sea este punto uno de los que el lector puede echar en falta, el de la premisa pseudo-científica que habría merecido un desarrollo mayor". Esta afirmación merece que la consideremos más detenidamente. Es posible que una manera de justificarla sea apelando a, una vez más, la evidente pertenencia de la novela al género ciencia ficción; Cabrera seguro tiene presente cierto tipo de ciencia ficción, la más bien "clásica" o incluso "dura", que demanda explicaciones científicas ("pseudo-científica" no es una elección muy feliz de término, en tanto connota "pseudociencias" como la astrología o la homeopatía, que evidentemente quedan descartadas como mecanismo que genere verosimilitud en el paradigma clásico de la ciencia ficción) a los elementos extraños de la trama. Es decir, si una nave espacial acelera a una velocidad superior a la de la luz hay que explicar cómo; una manera de hacerlo es apelando a un cliché de género, como el "hiperespacio" o los "atajos interdimensionales" o los "agujeros de gusano"; estas pautas consagradas ("hiperespacio", creo, fue una creación de Asimov en su saga Fundación); a nadie se le ocurre pedirle a un escritor de CF una explicación consistente con la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad, expresada en un buen número de ecuaciones, de cómo diablos funciona el hiperespacio: se acepta el lugar común del género en tanto se está dentro de una tradición, un género. En ese sentido, Dengue no necesariamente necesita explicaciones: puede apelar a lugares comunes de la CF como los mutantes o a ideas más o menos consabidas como el hecho de que los virus mutan; si Dengue fuera declaradamente CF dura, Cabrera tendría razón, sin lugar a dudas; pero Santullo no hace esa propuesta genérica: en todo caso, sí trabaja desde una hibridación (policial/ciencia ficción), de modo que, una vez más, la idea de "géneros en estado puro" de Santacreu parece chocar -ahora de acuerdo a otro sentido posible- con la novela gráfica. Es posible, en todo caso, que Cabrera se saltee las nociones de género y asuma simplemente que la verosimilitud del texto (insisto: más allá de su condición de ciencia ficción) está comprometida por la falta de explicaciones de tipo científico o cientificista. La preocupación por lo verosímil es, de hecho, una constante en sus reseñas para Club de Catadores, por lo que, desde esa perspectiva, su afirmación sobre Dengue parece justa. Un lector que -ciencia aparte- busque más solidez en la presentación de ciertos hechos en la trama tiene derecho a señalar como defectos algunos elementos de esta novela gráfica.
Cabrera continúa resaltando la hibridación de ciencia ficción y policial, y señala ciertos aciertos en la caracterización, en este caso mediante los aportes de Matías Bergara. Después se detiene -como la reseña de Multiverseros- en el capítulo dos, y también encuentra que su inclusión a la obra requiere cierta explicación o justificación:  "(el segundo capítulo) parece estar allí más que nada para permitir el lucimiento de las dotes detectivescas de Pronzini en un caso que sirve, también, para que Bergara muestre el Estadio Centenario cubierto por una cúpula y realice una estampa que recuerda al gol de Ghiggia en Maracaná", escribe. Tanto el reseñista de Multiverseros como Cabrera, entonces, señalan que la inclusión del episodio es, como mínimo, problemática; ambos, sin embargo, encuentran elementos para justificarla: su uso como manera de explicitar ciertas pautas de la Montevideo de la ficción, para Multiverseros, y la construcción del personaje de Pronzini, para Cabrera (es evidente que poder dibujar el Centenario con una cúpula no es una verdadera justificación).
Dengue parece invitar a sus reseñistas a incorporar referencias al cine. Lo hace Santacreu, lo hace el reseñista de Multiverseros y también lo hace Cabrera, que compara a la periodista Valeria Bonilla con Nicole Kidman en Todo por un sueño; otra afirmación, más de corte estructural digamos, es la vinculada a las referencias, precisamente, al cine y a la cultura popular. La lectura de Cabrera las convierte, con acierto en mi opinión, en desahogos humorísticos y, a la vez, metatextuales:
El distanciamiento humorístico que Pronzini realiza de manera sistemática tiene más de una lectura. Por un lado, funciona en el guión como válvula de escape a la tensión. El tema de “Dengue” bien habría podido volverse excesivamente lúgubre, de no ser por estas intervenciones. Por otro lado, las referencias esas referencias humorísticas se apoyan casi siempre en la mención de cierta cultura audiovisual, estableciendo un diálogo cruzado con ese bagaje que el lector trae consigo y volviéndolo evidente. Esto lo convierte en un personaje auto-consciente de su condición de criatura ficticia y de su rol en la historia
 De hecho, es especialmente lúcida la lectura de Cabrera en el momento en que señala " De ahí que [Pronzini] no pueda ser catalogado como un personaje estereotipado, sino, en todo caso, de un personaje con cierta vocación paródica"; en ese sentido, la lectura del uso de clichés o lugares comunes como estrategias de acercamiento al lector que no se agotan en sí mismas, fue especialmente evidenciada en esta reseña de Leonardo Cabrera.


La reseña publicada en El Observador no hace grandes aportes; comenta vagamente el argumento y señala -como parece ser norma- una referencia cinematográfica, estableciendo que el apellido del protagonista es una referencia al autor de novelas policiales Bill Pronzini (al que Santullo indudablemente conoce, en tanto es un notorio conocedor del género). También se menciona al prologuista Ian Watson, una referencia tomada además por la reseña en Multiverseros.com.


Mi primer comentario fue publicado en La Diaria, y ante todo se detiene en algunos llamadores de atención del libro: su aproximación a la ciencia ficción (poco frecuente, digamos, en el medio historietístico local, como señalaba la reseña de Multiverseros), el prólogo de Ian Watson y el espléndido trabajo de impresión a todo color. Más adelante consideré la hibridación policial/CF de la novela y me referí a la "estilización" de los personajes y de las referencias de género; en ese sentido, podría leerse, me manifesté en una actitud bastante contraria a la de Santacreu y su "género en estado puro"; mi lectura del uso de los géneros en Santullo pasa más por valorar su empleo de los lugares comunes en tanto un lenguaje que permite diferentes enunciados o construcciones posibles, sin apelar necesariamente al concepto de parodia.
En la reseña publicada ese mismo día en mi blog Partículas Rasantes, me detuve un poco más en las referencias a la cultura popular y al cine -algo ya trabajado por Leonardo Cabrera-, regresé a la lectura de Ian Watson desde su prólogo y desarrollé un poco más mi lectura del controvertido capítulo segundo, señalando que, en mi opinión, su inclusión no está justificada en un proyecto con las características de la novela gráfica publicada -y si en un eventual "crónicas del dengue" que se permitiese un buen número de relatos autoconclusivos.


En general, las reseñas consideradas coinciden (excepto la de Santacreu, que no menciona el tema, y la de El Observador, que, por lo breve, apenas debería considerarse un comentario -dejando de lado su principal aporte al ponerla en relación con  Bill Pronzini) en problematizar el capítulo 2. La de Multiverseros y la de Leonardo Cabrera terminan justificando su inclusión, mientras que la mía concluye que su presencia en el libro obedece a una lógica que no resulta del todo compatible con la de los otros episodios. A la vez, todas las reseñas coinciden en presentar Dengue como un hito más de la dupla Santullo/Bergara, y también existe cierto conseso a la hora de presentar como especialmente lograda la construcción de los personajes, aunque las razones esgrimidas no son siempre las mismas. Por último, quienes -Cabrera y yo- se detienen en los gestos metanarrativos resaltan su buen funcionamiento a la hora de funcionar como puentes hacia el lector.
El tema del acercamiento a la ciencia ficción también es una constante en las reseñas aparecidas hasta ahora; desde cierto mínimo reproche -desde la lectura de Leonardo Cabrera- hasta cierta indecisión conceptual -en la de Santacreu-, pasando por mi modulación hacia una "ciencia ficción light", el lugar de Dengue en el género y, además, en el corpus cienciaficcionero local, es uno de los asuntos más visibilizados en la novela gráfica.



2 comentarios:

  1. El capítulo dedicado a la muerte de un jugador de Peñarol es el único en que vemos las consecuencias de la epidemia de dengue en la conducta de la ciudadanía. La imagen del Centenario cubierto con una cúpula es un ícono que sintetiza ese futuro catastrófico, ya que no se trata de un techo "moderno" que embellezca el estadio sino de una evidente solución funcional para aislarlo del exterior. Quizás el conflicto con el resto de la novela esté en que en este episodio se presentan algunos personajes interesantes que desaparecen al finalizar el capítulo, en una lógica más propia de una serie que del arco narrativo de una novela.

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  2. Eso es justamente lo que señalé en mi reseña: cierto conflicto entre la lógica de la novela y la lógica de inclusión de "episodios"; no estoy del todo de acuerdo en lo que decís sobre que el 2o capítulo es el único lugar donde vemos las consecuencias de la epidemia de dengue en la conducta de la ciudadanía; vemos, ante todo, las consecuencias sobre un individuo, lo cual resalta su condición de relato más bien autoconclusivo. Las consecuencias de la epidemia es, después de todo, el tema del libro, y está tratado extensivamente. Lo que sí puede funcionar en cuanto a lo que vos decís, me parece, es el uso de un individuo como "símbolo" de una sociedad, pero aún así, desde el punto de vista narrativo, en mi opinión, las lógicas siguen chocando y el capítulo 2 no "fluye" como el resto de la novela.

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