He estado leyendo algunas de las reseñas de 
Dengue (guión de 
Rodolfo Santullo, arte de Matías Bergara) publicadas hasta la fecha, 
descartando las emitidas únicamente como noticias o las que se limitan a
 exponer brevemente el argumento. Las que surgen en una búsqueda más o 
menos exhaustiva y operando desde la criba recién señalada, hasta la 
fecha, son:
"Dengue", firmada por "El penitente" para el portal Multiverseros.com;
"Dengue, Rodolfo Santullo y Matías Bergara", por Leonardo Cabrera para el blog Club de Catadores;
"Ilustrados y valientes" (que también pasa revista a otras publicaciones recientes), por María José Santacreu para el semanario 
Brecha;
"Dos novelas gráficas en el tiempo" (que tambíen comenta 
Cardal, de Bentancor&Ginevra), en El Observador; 
"Dengue, de Rodolfo Santullo y Matías Bergara", de mi autoría para 
La Diaria y mis blogs Partículas Rasantes e Historietas Rasantes.
La
 reseña en Multiverseros.com parte de constatar el lugar privilegiado 
que ocupa el comic histórico en el panorama de la historieta uruguaya 
reciente y refiere a un "resurgimiento" de la producción historietística
 en nuestro país, tema sin lugar a dudas interesante y que, en mi 
opinión, no ha recibido (no me refiero puntualmente a esta reseña en 
particular) hasta ahora un análisis más profundo. Esta "tendencia", 
continúa el reseñista, ha sido de alguna manera apuntalada por el 
trabajo de Bergara y Santullo (con 
Los últimos días del Graf Spee y 
Acto de guerra), que, en el caso de 
Dengue,
 vira hacia otro género más desatendido: el "policial de ciencia 
ficción". Es interesante que se considere un género a esa categoría; 
ejemplos, en todo caso, no faltan, desde los clásicos de Asimov (
El sol desnudo, Bóvedas de acero)
 a los cuentos de Arthur Clarke de la "Taberna del Ciervo Blanco", que 
hacen uso de procedimientos de la novela policial clásica en un contexto
 de ciencia ficción. Más recientemente cabe nombrar a China Miéville 
(con su policial cuasi fantástico o slipstream 
The city & the city) y a Michael Chabon (con su ucronía noir 
El sindicato de policía yiddish). En cualquier caso, la reseña comienza enmarcando a 
Dengue
 dentro de un género claramente apreciable, para pasar después a afirmar
 -con innegable acierto- que ese género no estaba bien representado en 
el contexto de la historieta nacional. La lectura del reseñista sigue 
resaltando que el prólogo de Ian Watson prepara con eficiencia al lector
 para lo que seguirá:
  Epidemias, mutaciones, virus de laboratorio, y los más sucios instintos 
humanos. En definitiva, rasgos de un futuro distópico que durante años 
vivieron en el imaginario de la ciencia ficción, pero que cada vez más 
parecen estar a la vuelta de la esquina.
Me interesa en especial la última afirmación: el reseñista 
parece sugerir que elementos propios de la ciencia ficción (o de cierta 
ciencia ficción) ya han pasado a ocupar las casillas de nuestro 
presente; esto, indudablemente, nos abre la posibilidad de preguntarnos 
hasta qué punto 
Dengue transcurre en un futuro apreciable como tal, un futuro con "marcas", digamos. Sobre este tema aclara el reseñista que "
Dengue
 transcurre en un Montevideo que se intuye pertenece
 a un futuro próximo (y digo “intuye” porque en ningún momento se da una
 referencia exacta del año en que se desarrolla la historia)". Las 
marcas de "futuro" entonces quedarían implícitas. ¿Pero implícitas en 
qué? Dado que no hay muestras de tecnología diferente particularmente 
visibles (excepto la cubierta del Estadio Centenario, que, en todo caso,
 es posible en nuestro presente), ese inscribirse de la ficción en el 
futuro cercano dependerá de otro tipo de marcas: marcas de género quizá,
 y en el caso de 
Dengue son abundantes: catástrofes (al estilo de 
El día de los trífidos, por ejemplo) y mutantes (al estilo del subgénero 
biopunk, por ejemplo) parecen asegurarnos que la obra pertenece a la ciencia ficción y, por tanto, al futuro cercano.
La
 reseña prosigue comentando las primeras páginas de la novela gráfica, y
 de paso aproximándola a otro relato que la precede ("en cierta forma 
recuerda a los primeros minutos de 
The Happening, subvalorada 
película de M. Night Shyamalan"); la última página, añade, incluye un 
"detonante" para la ficción policial. Este crimen, sin embargo, sería 
sólo la "punta del iceberg" de una conspiración gubernamental. Es 
interesante que esto no sea tomado estrictamente como una marca de 
género por el reseñista, pero es cierto que no las "ficciones sobre 
conspiraciones" no parecen configurarse en un género en sí mismo (de 
otro modo habría una categoría que tendría a 
The illuminatus! trilogy como arquetipo) sino que dependen de un núcleo genérico que funcione como atractor, en el caso de 
Dengue
 el relato policial. A partir de estas tres primeras páginas comenzaría 
el "hilo" del relato, que según el reseñista es "interrumpido" por el 
capítulo segundo, "a priori un 
tanto descolgado del resto", aunque se afirma de inmediato que ese 
episodio "pone de manifiesto, explícitamente, la manera en que la 
nueva vida casi en aislamiento afectó a los habitantes de la ciudad"; el
 reseñista, entonces, detecta un pliegue en ese segundo episodio, una 
diferencia, digamos, pero la justifica en tanto obedece a un propósito 
narrativo. Volveré sobre esto más adelante.
Tras comentar un poco más de la trama y los personajes, el reseñista hace dos afirmaciones interesantes: 1) que la trama de 
Dengue es
 un poco previsible -y que esa previsibilidad "no 
disminuye el disfrute y la valoración de la obra"; 2) que "Santullo no 
teme caer en los distintos clichés de los géneros de los que
 se vale, y al mismo tiempo, los utiliza como una herramienta para 
canalizar los momentos más humorísticos, que dan respiro a aquellos de 
mayor densidad dramática". También volveremos a esto último, al comentar
 la reseña de Leonardo Cabrera y la de María José Santacreu.
El reseñista prosigue considerando el estilo de Bergara (y señala
 que en general los dibujantes no son quienes reciben la mayor cantidad 
de líneas en las reseñas o críticas, quizá porque quienes las escribimos
 -me atrevo a sugerir como respuesta, basándome en mi limitada 
experiencia- solemos no tener una experticia real en ilustración -y sí, 
más o menos, en narrativa-, más allá de ser capaces de reconocer alguna 
que otra pauta evidente), resaltando su evolución (desde 
Los últimos días del Graf Spee,
 cabe pensar) pero presentándola no como un hecho "absoluto" sino en 
relación a la capacidad de Bergara de "reinventarse para adaptarse a las
 exigencias de la historia", una apreciación interesante en sí misma, en
 tanto sugiere, en mi opinión de manera muy acertada, que cada historia 
lleva una suerte de "estilo implítico", y que parte del buen hacer de 
Bergara como artista consiste en detectar ese estilo y modularlo a sus 
capacidades y preferencias.
La reseña finaliza resaltando los valores narrativos de 
Dengue (en
 tanto "una historia bien contada") y estableciendo que otro elemento de
 su valor está en la caracterización, modulada no tanto a la complejidad
 de los personajes sino, más bien, a su credibilidad.
La
 reseña de Santacreu es más breve, en tanto pertenece a un artículo en 
el que se comentan varias publicaciones, y parte de establecer a 
Dengue como la mejor obra de Santullo. Entre las razones ofrecidas para esta caracterización están: 1) 
Dengue sería "literatura de género en estado puro (policial, ciencia ficción)"; 2) en 
Dengue Santullo
 se libera de los requerimientos del género histórico para "dar
 rienda suelta al puro disfrute de escribir una historia inventada"; 3) 
"se burla de los clichés de los géneros utilizándolos a mansalva". Debo 
admitir que no entiendo del todo esta justificación; para empezar, si 
Dengue
 fuera "género en estado puro" y por tanto "ciencia ficción en estado 
puro" (cosa que no existe, por otra parte; si lo es "El sonido de un 
trueno" no lo es 
Muero por dentro, por ejemplo; si lo es "La última pregunta" no lo es 
334 -ver 
mi partícula del 7 de junio
 para una problematización de un concepto similar al de "ciencia ficción
 en estado puro"), cabría juzgar la resolución del argumento por las 
pautas de esa "ciencia ficción pura"; si se tratara de las pautas de la 
CF clásica, entonces 
Dengue, con su falta de "explicación" de las
 mutaciones y sus hechos más o menos pasados por alto (como por qué el 
"Príncipe" de los mutantes tiene aspecto casi enteramente humano 
mientras que los otros son monstruos horribles), resultaría una obra 
sumamente chapucera. Si la modulamos hacia otro tipo de CF ya no clásica
 (la "catastrofista" al estilo Ballard o Aldiss, digamos), entonces en 
Dengue
 hay, asimismo, pocos detalles y mínimo desarrollo del hecho 
"catastrófico" básico (se juega con elementos "solidarios" a la 
catástrofe, como el cambio climático, por ejemplo, pero siempre a título
 más bien connotativo). En otras palabras: creo que Santacreu se 
equivoca al pensar que 
Dengue es "género en estado puro" (en ese sentido me parece más fértil la lectura del reseñista de Multiverseros: "Santullo no teme caer en los distintos clichés de los géneros de los que
 se vale"); ella misma parece sugerirlo cuando dice que Santullo "se 
burla de los clichés de los géneros": eso hablaría, si fuera a todas 
luces cierto (como lector no encontré ninguna intención paródica en plan
 burla, pero es mi acercamiento particular al texto, no estoy diciendo 
que no sea posible leerlo como lo hizo Santacreu), de un gesto más bien 
de tipo irónico o de distanciamiento frente al género, lo cual se 
contradice con lo de "género en estado puro". Tampoco me convence que 
Santullo haya mejorado por abandonar ataduras que lo constreñían; en 
Valizas, por ejemplo, esas ataduras se prestan a una obra quizá incluso mejor lograda que 
Dengue, sin que se abandone el "feeling" histórico. Quizá para la lectura de Santacreu, 
Dengue
 es un aporte interesante porque, pese a usar "a mansalva" tantos 
clichés, lo hace desde una postura de "burla"; esto no sólo no es 
evidentemente cierto sino que, además, implicaría una serie de actitudes
 asumidas frente a las parodias y los géneros; si Santullo no se hubiera
 "burlado" del género policial o de la ciencia ficción sino meramente 
emplear sus clichés, ¿su obra no sería tan "buena"? Eso parece atentar 
contra la idea de "género en estado puro", una vez más, salvo que para 
Santacreu los "géneros en estado puro" no valgan tanto la pena como las 
"burlas" (lo cual es una actitud válida, más allá de que no sea la que 
yo asumiría).
El resto de la reseña glosa levemente el argumento, aportando una referencia a la película 
Sector 9,
 que también trabaja la noción de interacción entre especies. De Bergara
 se limita a señalar que no sería raro que "pasara a dibujar para DC". 
Se trata, en mi opinión, de un texto escrito con prisas, que no hace un 
verdadero aporte a la lectura de la novela gráfica.
La 
reseña de Leonardo Cabrera comienza en plan un poco didáctico, aportando
 ciertas pautas del ciclo infeccioso del dengue; es cierto que este 
conocimiento en principio aporta a la comprensión de la novela gráfica, 
pero ese aporte resulta relativamente innecesario, en mi opinión. En 
cualquier caso, la reseña se instala plenamente a continuación: Cabrera 
comenta la premisa del argumento y señala un defecto: "y quizá sea este 
punto uno de los que el lector puede echar en falta, el
 de la premisa pseudo-científica que habría merecido un desarrollo 
mayor". Esta afirmación merece que la consideremos más detenidamente. Es
 posible que una manera de justificarla sea apelando a, una vez más, la 
evidente pertenencia de la novela al género ciencia ficción; Cabrera 
seguro tiene presente cierto tipo de ciencia ficción, la más bien 
"clásica" o incluso "dura", que demanda explicaciones científicas 
("pseudo-científica" no es una elección muy feliz de término, en tanto 
connota "pseudociencias" como la astrología o la homeopatía, que 
evidentemente quedan descartadas como mecanismo que genere verosimilitud
 en el paradigma clásico de la ciencia ficción) a los elementos extraños
 de la trama. Es decir, si una nave espacial acelera a una velocidad 
superior a la de la luz hay que explicar cómo; una manera de hacerlo es 
apelando a un cliché de género, como el "hiperespacio" o los "atajos 
interdimensionales" o los "agujeros de gusano"; estas pautas consagradas
 ("hiperespacio", creo, fue una creación de Asimov en su saga 
Fundación);
 a nadie se le ocurre pedirle a un escritor de CF una explicación 
consistente con la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad, 
expresada en un buen número de ecuaciones, de cómo diablos funciona el 
hiperespacio: se acepta el lugar común del género en tanto se está 
dentro de una tradición, un género. En ese sentido, 
Dengue no 
necesariamente necesita explicaciones: puede apelar a lugares comunes de
 la CF como los mutantes o a ideas más o menos consabidas como el hecho 
de que los virus mutan; si 
Dengue fuera declaradamente CF dura, 
Cabrera tendría razón, sin lugar a dudas; pero Santullo no hace esa 
propuesta genérica: en todo caso, sí trabaja desde una hibridación 
(policial/ciencia ficción), de modo que, una vez más, la idea de 
"géneros en estado puro" de Santacreu parece chocar -ahora de acuerdo a 
otro sentido posible- con la novela gráfica. Es posible, en todo caso, 
que Cabrera se saltee las nociones de género y asuma simplemente que la 
verosimilitud del texto (insisto: más allá de su condición de ciencia 
ficción) está comprometida por la falta de explicaciones de tipo 
científico o cientificista. La preocupación por lo verosímil es, de 
hecho, una constante en sus reseñas para Club de Catadores, por lo que, 
desde esa perspectiva, su afirmación sobre 
Dengue parece justa. 
Un lector que -ciencia aparte- busque más solidez en la presentación de 
ciertos hechos en la trama tiene derecho a señalar como defectos algunos
 elementos de esta novela gráfica.
Cabrera continúa resaltando la
 hibridación de ciencia ficción y policial, y señala ciertos aciertos en
 la caracterización, en este caso mediante los aportes de Matías 
Bergara. Después se detiene -como la reseña de Multiverseros- en el 
capítulo dos, y también encuentra que su inclusión a la obra requiere 
cierta explicación o justificación:  "(el segundo capítulo) parece estar
 allí más que nada para permitir el lucimiento
 de las dotes detectivescas de Pronzini en un caso que sirve, también, 
para que Bergara muestre el Estadio Centenario cubierto por una cúpula y
 realice una estampa que recuerda al gol de Ghiggia en Maracaná", 
escribe. Tanto el reseñista de Multiverseros como Cabrera, entonces, 
señalan que la inclusión del episodio es, como mínimo, problemática; 
ambos, sin embargo, encuentran elementos para justificarla: su uso como 
manera de explicitar ciertas pautas de la Montevideo de la ficción, para
 Multiverseros, y la construcción del personaje de Pronzini, para 
Cabrera (es evidente que poder dibujar el Centenario con una cúpula no 
es una verdadera justificación).
Dengue parece invitar a 
sus reseñistas a incorporar referencias al cine. Lo hace Santacreu, lo 
hace el reseñista de Multiverseros y también lo hace Cabrera, que 
compara a la periodista Valeria Bonilla con Nicole Kidman en 
Todo por un sueño;
 otra afirmación, más de corte estructural digamos, es la vinculada a 
las referencias, precisamente, al cine y a la cultura popular. La 
lectura de Cabrera las convierte, con acierto en mi opinión, en 
desahogos humorísticos y, a la vez, metatextuales:
  El distanciamiento humorístico que Pronzini realiza de manera 
sistemática tiene más de una lectura. Por un lado, funciona en el guión 
como válvula de escape a la tensión. El tema de “Dengue” bien habría 
podido volverse excesivamente lúgubre, de no ser por estas 
intervenciones. Por otro lado, las referencias esas referencias 
humorísticas se apoyan casi siempre en la mención de cierta cultura 
audiovisual, estableciendo un diálogo cruzado con ese bagaje que el 
lector trae consigo y volviéndolo evidente. Esto lo convierte en un 
personaje auto-consciente de su condición de criatura ficticia y de su 
rol en la historia
 De hecho, es especialmente lúcida la lectura de Cabrera en el 
momento en que señala " De ahí que [Pronzini] no pueda ser catalogado 
como un personaje estereotipado, 
sino, en todo caso, de un personaje con cierta vocación paródica"; en 
ese sentido, la lectura del uso de clichés o lugares comunes como 
estrategias de acercamiento al lector que no se agotan en sí mismas, fue
 especialmente evidenciada en esta reseña de Leonardo Cabrera.
La reseña publicada en 
El Observador no hace grandes 
aportes; comenta vagamente el argumento y señala -como parece ser norma-
 una referencia cinematográfica, estableciendo que el apellido del 
protagonista es una referencia al autor de novelas policiales Bill 
Pronzini (al que Santullo indudablemente conoce, en tanto es un notorio 
conocedor del género). También se menciona al prologuista Ian Watson, 
una referencia tomada además por la reseña en Multiverseros.com.
Mi primer comentario fue publicado en 
La Diaria, y ante 
todo se detiene en algunos llamadores de atención del libro: su 
aproximación a la ciencia ficción (poco frecuente, digamos, en el medio 
historietístico local, como señalaba la reseña de Multiverseros), el 
prólogo de Ian Watson y el espléndido trabajo de impresión a todo color.
 Más adelante consideré la hibridación policial/CF de la novela y me 
referí a la "estilización" de los personajes y de las referencias de 
género; en ese sentido, podría leerse, me manifesté en una actitud 
bastante contraria a la de Santacreu y su "género en estado puro"; mi 
lectura del uso de los géneros en Santullo pasa más por valorar su 
empleo de los lugares comunes en tanto un lenguaje que permite 
diferentes enunciados o construcciones posibles, sin apelar 
necesariamente al concepto de parodia.
En la reseña publicada ese
 mismo día en mi blog Partículas Rasantes, me detuve un poco más en las 
referencias a la cultura popular y al cine -algo ya trabajado por 
Leonardo Cabrera-, regresé a la lectura de Ian Watson desde su prólogo y
 desarrollé un poco más mi lectura del controvertido capítulo segundo, 
señalando que, en mi opinión, su inclusión no está justificada en un 
proyecto con las características de la novela gráfica publicada -y si en
 un eventual "crónicas del dengue" que se permitiese un buen número de 
relatos autoconclusivos.
En general, las reseñas consideradas coinciden (excepto la de Santacreu, que no menciona el tema, y la de 
El Observador,
 que, por lo breve, apenas debería considerarse un comentario -dejando 
de lado su principal aporte al ponerla en relación con  Bill Pronzini) 
en problematizar el capítulo 2. La de Multiverseros y la de Leonardo 
Cabrera terminan justificando su inclusión, mientras que la mía concluye
 que su presencia en el libro obedece a una lógica que no resulta del 
todo compatible con la de los otros episodios. A la vez, todas las 
reseñas coinciden en presentar 
Dengue como un hito más de la 
dupla Santullo/Bergara, y también existe cierto conseso a la hora de 
presentar como especialmente lograda la construcción de los personajes, 
aunque las razones esgrimidas no son siempre las mismas. Por último, 
quienes -Cabrera y yo- se detienen en los gestos metanarrativos resaltan
 su buen funcionamiento a la hora de funcionar como puentes hacia el 
lector.
El tema del acercamiento a la ciencia ficción también es 
una constante en las reseñas aparecidas hasta ahora; desde cierto mínimo
 reproche -desde la lectura de Leonardo Cabrera- hasta cierta indecisión
 conceptual -en la de Santacreu-, pasando por mi modulación hacia una 
"ciencia ficción light", el lugar de 
Dengue en el género y, además, en el corpus cienciaficcionero local, es uno de los asuntos más visibilizados en la novela gráfica.