Orcos noir
Los géneros, no importa si en narrativa
gráfica o literaria, demandan un equilibrio entre lo mismo (aquello que vincula
el relato en cuestión al género) y lo nuevo (lo que lo hace valer la pena y
trascender la mera repetición de lugares comunes agotados). A la vez, cabe
pensar que algunos géneros toleran un peso mayor de lo mismo y otros demandan
un énfasis más notorio en lo nuevo; de esta manera, la ciencia ficción clásica
reclamaba “originalidad” mientras que la fantasía épica tolera el ensayo de
variantes más bien tenues sobre el repertorio de figuras consagrado por Tolkien
en El señor de los anillos y El Silmarillion. Es cierto que las obras
maestras del género (Canción de fuego y
hielo, Terramar, Elric de Melnibone, etc) arriesgan una distancia mayor con
el molde, pero nadie puede dudar que buena parte del cuerpo del género, al
menos a nivel comercial, se limita a imponer variantes mínimas a su matriz.
En ese sentido, Banda de Orcos, la novela gráfica de Rodolfo Santullo (guión) y
Marc Borstel (arte) propone un equilibrio atendible entre los lugares comunes
del género (magia, batallas, razas diferenciadas, feudalismo, etc) y el ímpetu
de ofrecer una vuelta de tuerca. Su trama es sencilla: sigue a un grupo de
orcos en su intento de regresar a casa tras haber llegado tarde (y en esa
“llegada tarde” aparece ya una modulación de interés con respecto al ímpetu
épico del género) a una batalla decisiva; en el camino, por supuesto, se
toparán con resabios de esa batalla y con personajes en principio más “nobles”
que ellos, al menos de acuerdo a los esquemas o taxonomías clásicas o tácitas
del género. Pero Santullo no evita ofrecer esquemas demasiado maniqueos sino
que –y aquí aparece uno de los elementos de mayor interés en su guión– tampoco condesciende
a imponer nobleza u honor a sus protagonistas orcos para garantizar de esa
manera la empatía del lector. Por cierto, que integrantes de esta especie
fantástica reclamen protagonismo no es algo nuevo (pasa, por ejemplo, en el
videojuego Warcraft III y en la
película inspirada por esa serie), pero en general cuando se propone como
personaje principal un orco (o un grupo de orcos) se opta también por
destacarles/inventarles alguna virtud –honor, sacrificio, etc– que facilite la
mencionada empatía; Santullo, felizmente, no repite ese gesto, y a sus orcos
los mueven apenas móviles egoístas o de supervivencia. Casi como si se tratara
de un híbrido entre la crook-story de
la novela negra y la fantasía, con una modulación a una narrativa, digamos,
amigable con los lectores jóvenes. Black
fantasy o hard-boiled fantasy, digamos,
para diferenciarla de la dark fantasy, o
fantasía hibridada con el horror y lo inquietante.
El guión, entonces, es interesante y
funciona bien; pero es en el arte de Marc Borstel –que también se nutre de
lugares comunes del género y les impone un giro personal– donde Banda de Orcos brilla más. La narración
visual es fluida y dinámica, y el diseño de personajes (y razas) sugerente. Es
fácil notar la impronta del modelo de producción elegido por Peter Jackson para
sus seis películas ambientadas en la Tierra Media (los “sindiros” de este libro
se parecen en cuanto a yelmos y armaduras a los elfos de la Segunda Edad en el
prólogo a La comunidad del anillo; el
armamento y las defensas de los orcos recuerda al de los Uruk-hai en esa misma
película y en Las dos torres), a lo que cabe sumar la representación
de las “falkirias”, cuya evidente sensualidad remite a comics europeos
setentero-ochenteros, pero Borstel se las arregla para imponer, especialmente a
nivel de detalles, su propia variante del estilo consagrado por el género. Y
dibuja y entinta maravillosamente bien. Quizá merezca, de paso, una atención
especial su tratamiento de los fondos o escenarios, que funciona perfectamente
en el contexto de un género en el que las geografías ficticias (no en vano casi
todos los libros de high fantasy o
fantasía épica incluyen mapas) son tan importantes.
Banda
de Orcos, subtitulado Una razón para morir, es notoriamente la primera entrega de una
saga. Lo que ofrecen sus 74 páginas de relato y otras tantas de diseño de
personajes, entonces, cumple con el objetivo de dejar al lector pidiendo más.
Publicada en La Diaria el 6 de enero de 2017
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