Humor,
Lovecraft y Batlle y Ordóñez
Este año la zafra de historietas (por
llamar de alguna manera a ese primer momento del año en que, en torno a la
convención Montevideo Comics, son lanzadas nuevas historietas al mercado) dejó
dos libros que hacen del humor una parte fundamental de su propuesta. Se trata
de El club de los ilustres – Conspiración
en las sombras, de Rodolfo Santullo (guión) y Guillermo Hansz (arte), y de Zombess – El orbe del conocimiento, de
Abel Alves (guión y arte), y ambos proponen nuevos relatos en series ya
establecidas.
En ese sentido, el libro de Santullo y
Hansz ha de entenderse como una secuela directa de El club de los ilustres, publicado en 2012. Las mismas coordenadas
de ese libro fundador de la saga aparecen en la segunda entrega, aunque para
esta ocasión el guión deja un poco de lado los elementos más steampunk (corriente narrativa y
estética originada en la ciencia ficción y basada en una extrapolación de la
tecnología del vapor en la era Victoriana) e introduce un nuevo enemigo, cuya
irrupción en el 1914 de ese Uruguay delicadamente alternativo (en el que Varela
no murió en 1879 ni Delmira Agustini en el año en que transcurre este relato, y
ambos –junto a Horacio Quiroga– integran un equipo de agentes secretos o, si se
quiere, superhéroes) motiva el regreso a Montevideo de Quiroga y la
reagrupación del equipo.
En ambos libros es fácil la simbiosis entre
el guionista y el dibujante; a un guión bien aceitado, con una narración fluida
y un amplísimo panorama de guiños a la narrativa y la historieta de aventuras y
superhéroes (por ejemplo, en la página 15 encontramos a Batlle y Ordóñez
jugando al ajedrez con Lorenzo Latorre, villano del libro primero, como si
fuesen Magneto y Charles Xavier, de X-men)
se suma el impresionante talento de Hansz para el humor gráfico y los gags visuales. Su estilo, además, limpio
y preciso, en la mejor tradición de Francisco Ibáñez (Mortadelo y Filemón), brilla por sí mismo en algunas de las mejores
páginas del libro: la 14, la 39, las 42-43, con su reconstrucción de la batalla
de Masoller, las 76-77 y la 78.
Conspiracion
en las sombras es, en definitiva, un excelente
añadido a la creciente (y sobria: Santullo evita la tentación de barroquizar su
saga en una acumulación de referencias y elementos de historia alternativa,
decisión que lo aparta saludablemente del modelo extremo de Alan Moore en La liga de caballeros extraordinarios)
mitología de los Ilustres, ahora
también con Luis Alberto de Herrera en la nómina de agentes.
La
zombi sobre Innsmouth
El gallego Abel Alves es, sin duda, uno de
los creadores más interesantes de la nueva escena historietística uruguaya.
Como dibujante acierta siempre, en parte porque es evidentemente consciente de
sus limitaciones y sus posibilidades –lo que no le ha impedido seguir
creciendo–, y como guionista es capaz de trabajar cómoda y atinadamente en
registros y tonos tan variados como los que encontramos en la historieta Sangre y sol (que cuenta con arte del
entrerriano Nahuel Silva), el relato corto “Mañana empieza el otoño” (en el
compilado Otoño, editado por la
Asociación Uruguaya de Creadores de Historietas) y, por supuesto, la serie de
Zombess. Como en el caso del segundo libro de El club de los ilustres, aquí las coordenadas son las mismas que
dominan a la serie: humor, páginas con un remate gracioso en la última viñeta,
referencias a la cultura geek, el
cine de culto, los juegos de rol, el anime
y, en particular, a las obras de H.P.Lovecraft y sus Mitos de Chutlhu. En el universo de Alves, eso sí, Cthulhu es
Cthurro y el terrible Necronomicon es
un libro “salido” (dirían los españoles) obsesionado con las tetas, pero estos
detalles no empañan el hecho de que Alves se demuestra un gran conocedor de la
narrativa de Lovecraft, en tanto esta nueva entrega de Zombess funciona perfectamente (humor al margen ahora) dentro de la
lógica de todas los relatos lovecraftianos, en los que la amenaza del retorno
de los terribles dioses primigenios está a punto de estallar (y cambiar la faz
de la Tierra por lo tanto) pero es, eventualmente, disipada o, mejor dicho, postergada.
Un añadido especialmente interesante a este
libro aparece en las páginas 62-64, en las que el arte queda a cargo de Matías
Bergara, uno de los dos o tres dibujantes más importantes de la nueva
historieta uruguaya. El pretexto narrativo es que los personajes atraviesan un
portal que los conduce al “Caos”, una suerte de dimensión paralela a la que ha
sido arrojado Cthurro y en la que se enfrenta a la principal antagonista –en
este libro al menos– de los personajes de la serie, generando un contraste
especialmente vívido entre el arte trabajado en grises y tremendamente
expresivo de Bergara y el dibujo estilizado y divertido de Alves. Vale la pena,
además, destacar la cuarta viñeta de la página 64, en la que Bergara incorpora
una impresionante referencia gráfica a animaciones como Dragon Ball.
Tanto Zombess
– El orbe del conocimiento como El
club de los ilustres – Conspiración en las sombras hablan, y con
elocuencia, de la buena salud de la escena historietística local. Es de esperar
entonces que estas series continúen (ambas, cada una a su manera, juegan a
dejar en vilo al lector con sus últimas páginas) y que el panorama siga
desplegándose en esta pauta de variedad y buen hacer crecientes que viene
dándose desde hace ya unos buenos seis años.
Publicado en La Diaria el 11 de julio de 2014
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