La historieta local parece haber entrado en
una fase de proliferación y asentamiento de proyectos editoriales. Siguiendo el
camino trazado hace ya unos cuantos años por Grupo Belerofonte, Dragon Comics
(dirigida por Pablo “Roy” Leguisamo y Beatriz “Bea” Liebner) y Ninfa Comics
(dirigida por Nicolás Peruzzo) han propuesto en los dos últimos años trabajos
no firmados por sus directores, apostando así por el establecimiento de un
catálogo sólido. Así, el año pasado Dragon Comics publicó el desopilante Zombess, del gallego Abel Alves, y en lo
que va de este 2013 han aparecido –presentados en la convención Montevideo
Comics– Las andanzas de Vlad Tepes
(con guión de Silvio Galizzi y arte de Matías Bergara), en Ninfa, y El viejo (guión de Alceo Thrasyvoulou y
arte de Matías Bergara y Richard Ortiz), en Dragon. Esta nota comentará el
primero de los libros mencionados y, además, La Mudanza, también publicado por Ninfa Comics y escrito y dibujado por
Nicolás Peruzzo.
Chistes
de vampiros
Como es sabido, la historia y la leyenda de
Vlad Tepes –príncipe o Voivoda de
Valaquia (actual Rumania) entre 1456 y 1462– inspiraron a Bram Stoker su célebre Drácula. Silvio Galizzi –primero en dos películas que se proponen a
sí mismas como “de culto” y “hechas entre amigos”, Sangre en La Mondiola, de
2005, y La balada de Vlad Tepes, de
2009, ambas dirigidas por Guzmán Vila y protagonizadas por el propio Galizzi
como el vampiro– viene llevando a la historieta su versión del personaje desde
hace ya unos dos años. El apoyo de Matías Bergara es decisivo: el mayor interés
del libro –por otra parte hermosamente editado por Ninfa Comics y con la
participación de dibujantes invitados de la talla de Enrique Alcatena y Gustavo
Sala– está en el arte gráfico, que nos ofrece páginas y viñetas que se
encuentran sin lugar a duda entre lo mejor de la historieta nacional
contemporánea. A la vez, el punto débil del libro es notoriamente el guión de
Galizzi.
Para matizar y repensar la última
afirmación se puede proponer que la lectura de Las Andanzas de Vlad Tepes deja claro que la trama y los personajes
en rigor no importan. Una tras otra las historias presentadas en el libro nos
cuentan que 1) Tepes, por ser Tepes, detesta o desprecia a tal o cual persona y
que 2) esa o esas personas son eventualmente asesinadas por Tepes. Las
“Andanzas Breves” incluidas en la segunda mitad del libro, entonces, pueden
leerse desde los códigos de cierto humor gráfico en el que la repetición de una
fórmula es lo esperado y lo esperable.
El relato principal y más largo del libro
(titulado “Érase una vez en La Mondiola”) parece ser propuesto como una narración
más ambiciosa, con referencias históricas incluidas (a la cruzada contra los
Cátaros), flashbacks y un “origen” –o casi– del personaje, además del
establecimiento de la pareja cómica a la Abott y Costello que encarnan Tepes y
Negreira. El esquema, sin embargo, es muy similar al de las “Andanzas Breves”.
Es verdad que por momentos la de “Érase una vez…” es una narración más sólida,
en gran medida gracias al talento de Matías Bergara como narrador visual, pero,
en última instancia, el relato es desprolijo y su ritmo es tentativo,
irregular. De hecho, la narración invariablemente se detiene o enlentece para
redundar en la “maldad” de Tepes, en sus asesinatos (p.34, por ejemplo), no
sólo no aportando gran cosa a la trama sino, de hecho, rompiendo el ritmo
narrativo una y otra vez. Esa reafirmación continua del personaje es, en última
instancia, el objetivo de las “Andanzas Breves”, y el intento de proliferación
de asuntos o de magnificación de la trama visible en “Érase una vez…” no
termina de cuajar en una historia planteada desde otros códigos. Evidentemente
no tiene por qué hacerlo, claro está, aunque por momentos parece intentarlo. En
cualquier caso, los fans del
personaje podrán disfrutar las viñetas y pasar por alto las fallas más o menos
evidentes.
Ahora bien, si pensamos entonces en Las Andanzas de Vlad Tepes como un libro
esencialmente humorístico, es interesante desarrollar un poco más las
características del humor propuesto. Ante todo se apela al humor negro y a la
deliberada incorrección política. El libro, de hecho, insiste en este último
asunto: “faltan en esta sociedad cada vez más insoportablemente volcada a lo
políticamente correcto, personajes/personas con ojo crítico, que llamen a las
cosas por su nombre”, leemos en la página 93, desde el texto aportado por
Guzmán Vila (cabría señalar que llamar a las cosa “por su nombre” puede ser en
muchas ocasiones un acto conservador y acrítico). En última instancia el libro
no es “malo” porque su humor sea políticamente incorrecto (sin duda tiene razón Soledad Platero cuando
señala que “el humor es, por definición, irrespetuoso”); a la vez, tampoco es
“mejor” porque su personaje nos deje una y otra vez clara su homofobia (p.71),
su moralina sexual y su odio a “los niños” (p.83-85), y su desprecio por cierta
literatura (p.68) y por ciertas formas de cristianismo (pp.64-65). En última
instancia, es interesante también señalar que el personaje de Tepes termina
convertido en más de una ocasión en una suerte de moralista, por ejemplo cuando
mata, desolla y cocina a Papá Noel tras detectarle gustos pedófilos (pp.74-77)
o cuando señala que “pasan los siglos pero estos hijos de puta [los
predicadores cristianos] siguen cobrando cara la entrada al reino de los
cielos” (p.65).
Seguir
siguiendo
Nicolás Peruzzo publicó hace dos años su
historieta autobiográfica Ranitas,
que debe ser incluida entre lo mejor del comic nacional contemporáneo. Después
de ese libro, sin embargo, Peruzzo no logró acertar con otra obra a esa altura
y propuso trabajos fallidos o menores, como su aporte para el volumen colectivo
Verano o también el libro Deje de afligirse, con un guión correcto
pero malogrado por el dibujante escogido.
Su flamante La mudanza, felizmente, rompe con esa situación. Además de un
notorio crecimiento de Peruzzo como dibujante y colorista –basta como muestra
la hermosa representación de la ciudad desolada que ofrece en varias páginas–,
la construcción de la trama que encontramos en este libro, con su ritmo cuidado,
su fluida presentación de paisajes exteriores y/o interiores y su tenso
equilibrio entre el costumbrismo, lo fantástico y lo “psicológico”, viene a
probar una vez más el talento narrativo de su autor.
Es posible que La mudanza sea el mejor de los libros presentados en el reciente
Montevideo Comics. Su brevedad sin lugar a dudas casa a la perfección con una
historia esencialmente sencilla –y de hecho casi imposible de resumir– pero
abierta a múltiples lecturas, que reflexiona sobre seguir adelante después de
una pérdida, una crisis o un cambio, un poco en la línea del “let go” (dejá ir)
de la serie Lost. En cualquier caso,
el componente “sapiencial” de la trama, que puede atraer lectores a una
historieta con la que es fácil identificarse, no es sino uno de sus múltiples
atractivos, no necesariamente el mayor, en tanto sobresalen, ante todo, el
dominio de la narrativa, la economía de medios y la evidente expresividad y
belleza del arte gráfico de Peruzzo. Donde la pretendida universalidad de la
propuesta podría convertirse un problema –en tanto cursi o cliché en potencia–,
el guión de La mudanza sale adelante
airosamente.
Las conexiones con Ranitas no son difíciles de encontrar; si bien no está
explícitamente planeado de esa manera, es posible leer La mudanza como una suerte de epílogo a la anterior novela gráfica,
en particular gracias a uno de los personajes con los que se encuentra el protagonista,
un joven que está a punto de dejar atrás el mundo de su adolescencia. Donde Ranitas se detuvo desde el punto de
vista del relato, La mudanza sigue
adelante explorando ese sentimiento de pequeña muerte personal y de nueva vida
que empieza a trazarse para el futuro más inmediato.
Tras esta confirmación de su buen hacer,
Peruzzo se instala cómodamente como uno de los tres o cuatro guionistas más
talentosos del momento. A la vez, el esmerado trabajo en los libros de Ninfa
Comics –tanto en La mudanza como en Las andanzas– comprueban que su proyecto
editorial está vivo y en crecimiento.
Publicada en La Diaria el 30 de mayo de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario